Nuestra vida está llena de éxitos y fracasos, pero lo importante no es sólo participar, sino no caer en el desánimo del fracaso, del "es imposible"; como le escuché una vez a un gran hombre: "el que dice que no hay nada que hacer, es el que no piensa hacer nada".
A este respecto, te copio unas frases de Benedicto XVI hace unos día en Loreto dirigidas a miles de jóvenes italianos y europeos. Pienso que vuelven a sonar en nuestro oídos aquellas palabras que escuchábamos a Juan Pablo II en tantas ocasiones, y que debemos seguir siendo -no importa la edad- "soñadores de grandes proyectos"; si perdemos la ilusión, el entusiasmo, etc., hemos perdido la esperanza, y eso significaría el envejecimiento del alma, y sería desilusionante:
"Quisiera que a todos llegaran mis palabras: el Papa está cerca de vosotros, comparte vuestras alegrías y vuestras tristezas; y comparte sobre todo las esperanzas más íntimas que lleváis en vuestro corazón. Para cada uno pide al Señor el don de una vida plena y feliz, una vida llena de sentido, una vida verdadera.
Por desgracia, hoy, con frecuencia, muchos jóvenes creen que una existencia plena y feliz es un sueño difícil —hemos escuchado muchos testimonios—, a veces casi irrealizable. Muchos coetáneos vuestros piensan en el futuro con miedo y se plantean no pocos interrogantes. Se preguntan, preocupados: ¿Cómo integrarse en una sociedad marcada por numerosas y graves injusticias y sufrimientos? ¿Cómo reaccionar ante el egoísmo y la violencia, que a menudo parecen prevalecer? ¿Cómo dar sentido pleno a la vida?
Con amor y convicción os repito a vosotros, jóvenes aquí presentes, y a través de vosotros a vuestros coetáneos del mundo entero: ¡No tengáis miedo! Cristo puede colmar las aspiraciones más íntimas de vuestro corazón. ¿Acaso existen sueños irrealizables cuando es el Espíritu de Dios quien los suscita y cultiva en el corazón? ¿Hay algo que pueda frenar nuestro entusiasmo cuando estamos unidos a Cristo? Nada ni nadie, diría el apóstol san Pablo, podrá separarnos del amor de Dios, en Cristo Jesús, Señor nuestro (cf. Rm 8, 35-39).
Comienza el curso, ¿seremos capaces de no perder la ilusión y el entusiasmo por realizar grandes cosas? Está en tus manos. Un saludo