domingo, 3 de octubre de 2010

Benedicto XVI

¡Vuelvo! Después de unas semanas aut vuelvo, pues las cosas se van normalizando, y he conseguido comenzar este nuevo curso con "cierta" normalidad.
Estamos metidos de lleno en la venida del Papa Benedicto XVI a Santiago de Compostela, un momento de gracia que no podemos desaprovechar, como nos ha recordado D. Julián Barrio nuestro Arzobispo. Para que te vayas haciendo a la idea, te adjunto un vídeo que te gustará. Prometo seguir con el blog. Un saludo.

jueves, 19 de agosto de 2010

Un cachito de cielo

Así he querido titular esta noticia en el blog, porque así se expresa ella. Hoy he leído esta noticia, y no quería resistir a escribirla, trasmitirla y que todos los que podáis la conocierais, porque es una bendición de Dios.
No conozco a Alicia, pero la admito por su valentía (como la de otras muchas mujeres que en un mundo secularizado, dejan todo por Amor a Dios). Quizás muchos no lo entiendan, pero da igual. Ahí está el testimonio, que entendiéndolo o no, hace pensar y -a mi por lo menos-, hace elevar el corazón en acción de gracias. Leela y si te parece escribe tu comentario. Un saludo.

(Noticia del Semanario Alba. La firma Luis Losada).
Es mi sobrina y no debería escribir este reportaje. Pero después de lo de Iker y Carbonero, creo que estaré disculpado. La historia es bonita, pero no fácil. Un streaptease espiritual en el que no se siente cómoda. Si lo hace, es por dar testimonio de las grandezas que Dios es capaz de hacer con los que se dejan.
Todo comienza en el verano de 2007.
Alicia Losada viajaba a Roma al encuentro organizado por la diócesis de Madrid con el Papa. Ahí escuchó el “No tengáis miedo” de Juan Pablo II. Alicia se lo tomó en serio. “¿A qué tengo miedo si todo me va bien?” Familia ordenada, colegio con vocación de educar, amigos de la parroquia de Caná. “Tenía miedo a tratarle, a que me pidiera algo que no quisiera darle”, relata.
Ahí quedó la inquietud. No le contó nada a nadie. Tan sólo a su director espiritual, don Nicolás. ¿Qué te dijo? “Que me lo tomara con calma y que rezara”. ¿Qué hiciste? “Compuse una canción y pasé”. En parte porque Alicia estaba empeñada en demostrar al mundo que se podía ser una católica con vida de piedad intensa, oración y misa diaria y no ser monja. Alicia va a misa y reza a diario. “Rezar es como estar con tu novio; me encanta”. ¿Y la misa? “La necesito; es como si un día no comes, estás anémico, irascible, falto de fuerzas; a mí me pasa lo mismo con la misa”.
La muerte de Álvaro Ussía
Con el empeño de demostrar al mundo que se puede ser piadosa y no ser monja vivió hasta el verano siguiente: encuentro con el Papa en Sydney. “¿Y por qué no?”, se preguntó. “Me dije, vale, pues sí, me lo puedo plantear”.
Al regreso habló con su madre y le planteó por vez primera su vocación. “¿No será que estás huyendo de los hombres?”. Pregunta obligada que a Alicia no le sentó nada bien. Había tenido experiencias no positivas, “pero no tenía nada que ver”. Alicia esperaba una felicitación y se encontró con la prudencia materna, así que acudió a su cura. ¿Qué te dijo? “Tranquilidad y que rezara”.
Comienza 2º de Bachillerato, último curso de colegio. Año clave y de mal recuerdo para Alicia. Sufrió el estrés emocional de la muerte de su compañero Álvaro Ussía, cayó enferma, y los resultados académicos no la acompañaron. Y sobre todo, tenía que resolver su incógnita, porque dependiendo de su decisión, estudiaría una cosa u otra. La tensión de la encrucijada. “¿Cómo se sabe lo que Dios quiere de ti?”, se preguntaba.
Durante el curso cayó en sus manos la frase de la madre Teresa: “No importa lo que hagas, sino el amor con que lo hagas”. En Reyes le regalaron un libro de la madre y una chica la llevaría a uno de los hogares de las Misioneras de la Caridad. “Igual es una señal”, se dijo. El cura, lo de siempre: que rezara.
Rezaba, pero no venía. Así que, cansada, decidió lanzarle un reto al Señor. “Si quieres que me meta monja, dímelo, que yo me meto, sin ningún problema. Pero dímelo claro, escríbeme una carta”. No hubo carta, aunque sí algo parecido. Don Nicolás le regaló Camino. “Me enamoré de Él; fue mi carta; fue como descubrir un cachito de Cielo, sólo quiero a Dios”.
Tomada la decisión y tras las pistas de madre Teresa, fue a preguntar a las hermanas. No le terminó de convencer. En primer lugar, porque tenía que dejar de estudiar. “Me siento más útil si tengo formación que si no la tengo”.
Sonreír todo el día
Asunto descartado. ¿Y ahora? Dios no deja nunca sin su carta. Un día de ese verano la familia fue a misa de nueve a Caná. Ahí conoció a las monjas de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús, también conocidas como ‘café con leche’ por el color de su hábito. Durante el curso comenzó a ir a sus retiros y les empezó a coger gusto a pesar de que ella quería dedicarse a cuidar enfermos y las ‘café con leche’ no tenían enfermos. La decisión seguía sin tomarse y el cura le recomendaba que siguiera rezando hasta estar segura. Acabó estándolo, porque como ella dice, “la oración funciona”. A principios de noviembre decidió decírselo a sus padres. Planeó la estrategia. “Tenía que hacerlo bien, soy la hija mayor, la única hija, había que explicarlo bien y buscar el momento”. No le salió muy bien. Como es lógico, sus padres empezaron a preguntar dónde, cuándo, por qué... Preguntas para las que Alicia no tenía respuesta y que encendieron la preocupación de sus padres hasta que don Nicolás -testigo fiel y puntual de la historia- les tranquilizó: va en serio y las monjas son serias.
¿Sientes que renuncias a algo? “Dejas tu vida, tus amigos, tu familia para darte a los demás”. A Alicia lo que le impone es cortar con su vida. La pobreza no le preocupa. Tampoco la obediencia. ¿Y si tu jefa es obstinada, tiene manías, es ineficiente? “Da igual, pero sonríen todo el día”. ¿Y la castidad? “Es fácil”. ¿Y renunciar al sexo? “Yo no lo veo como un problema. ¡Es que le entrego mi virginidad a Dios!”. ¿Y nostalgia de fundar una familia? “Es que me veo más feliz de monja que de casada; quiero casarme con Dios, no me cabe otra posibilidad”.
En todo caso, ¿esto es un noviazgo o es un matrimonio; o sea, es definitivo? “Sí, es un noviazgo; si veo que no es lo mío, rectifico y busco mi camino, aunque creo que no me he equivocado”. Alicia afirma que las ‘café con leche’ son su vocación. Pero ¿te apetece?, ¿es atractivo humanamente? “Yo siempre le pedía Dios que me diera hermanas y sólo he tenido hermanos; ahora resulta que voy a tener 160 hermanas; Dios siempre responde”. Además, concluye que cada madre de Galapagar “es un cachito de Cielo, se respira amor por todas partes y, sobre todo, ellas siempre sonríen: yo también quiero”.

viernes, 13 de agosto de 2010

Aunque no te entiendan

"¿Qué no te entienden? Pues que te estudien o que te dejen: no has de rebajar tu alma a sus entendederas. Y sobre todo, en amarnos y no en entendernos sin amarnos, estriba la verdadera vida..."
Leí hace unos días esta frase, escrita en un cuadro de una muy buena pintora. Me encantó, y tuve la oportunidad de decírselo a ella porque la conozco.

Estas palabras están llenas de sabiduría, y se nota que han sido pensadas, meditados, saboreadas como se saborea un buen vino...

La verdadera vida está ahí en llegar a amarnos sin entendernos ¡qué difícil, pero cuanto bien hace esto!

Ya ha salido con frecuencia en este blog: la clave de muchas de las cosas que no entendemos, está en el amor, cuando hay amor (mejor Amor con mayúscula) las cosas se aceptan, aunque uno no las entienda; lo hombres hemos aprendido a vivir sin entendernos nada, pero amando de verdad, como El que nos perdonó, nos amó, se compadeció, y se compadece de nosotros, aunque no le demos facilidad para entendernos.
PD. Por cierto, acabo de comenzar otro blog, que ya está activado. El enlace es
Un saludo.


domingo, 8 de agosto de 2010

Madre

Estos días de vacaciones y descanso he podido estar un poco más con mi madre (sigo diciendo que "Madre no hay más una").
Han sido unos días estupendos en los que hemos convivido juntos (por mi trabajo esto no es posible), y he vuelto a comprobar -nunca lo había olvidado- el valor de una madre, hasta en las cosas más pequeñas, por ejemplo que tu madre esté dispuesta a lavarte la ropa, y a hacerlo encantada.
Parece una tontería, pero a mi me ha resultado gratificante ver cómo mi madre se afanaba encantada en pasar por la lavadora, tender y planchar las camisas, calcetines, etc. ¿Una pequeña cosa? Sí, pero que hace valorar mucho más lo que significa que tienes una madre, quizás viviendo lejos, pero muy unida a ti (estoy seguro que mi madre piensa y reza cada día por cada uno de sus hijos, nietos y bisnietos).

Estaba en este pensamiento cuando me encontré con una poesía de Santa Teresita de Jesús dedicado a la Virgen (te aseguro que no la conocía), y que me ha ayudado estos días a hacer oración. Te pongo las dos primeras estrofas. Felices vacaciones y un saludo.

1. Cantar, Madre, quisiera
por qué te amo .
Por qué tu dulce nombre
me hace saltar de gozo
el corazón,
y por qué el pensamiento de tu suma grandeza
a mi alma no puede inspirarle temor.
Si yo te contemplase en tu sublime gloria,
muy más brillante sola
que la gloria de todos los elegidos juntos,.
no podría creer que soy tu hija,
María, en tu presencia bajaría los ojos...

2. Para que una hija pueda a su madre querer,
es necesario que ésta sepa llorar con ella,
que con ella comparta sus penas y dolores.
¡Oh dulce Reina mía,
cuántas y amargas lágrimas lloraste en el destierro
para ganar mi corazón, ¡oh Reina!
Meditando tu vida
tal como la describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres
como yo

martes, 3 de agosto de 2010

Católicos acomplejados

Leía hace unos días el artículo que adjunto y me gustó mucho. Conozco desde hace años a Pablo Cabellos, y he leído con frecuencia sus artículos y escritos. Pienso que acierta de lleno, que da en el clavo de lo que nos pasa a muchos cristianos, que un poco acomplejados estamos por la situación en la que vivimos, y que nos falta ese “santo orgullo” de defender y vivir plenamente, radicalmente lo que creemos.

El cristianismo no es una «religión del libro», sino la religión de la Palabra de Dios, «no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo», como afirmó san Bernardo.

Ruego disculpas por titular negativamente. Sólo es un intento de recabar la atención del lector. Es negativo, pero existe hoy día un catolicismo vergonzante, poco valiente, trufado de relativismo, deslumbrado por la ciencia experimental que en ocasiones sólo es base de una teoría no demostrada; dudoso de si trata de vivir algo bueno pero aburridísimo; y arrinconado por un laicismo rampante y viejo, aunque expuesto como dogma imprescindible para la convivencia democrática. Algunos han logrado que en bastantes ambientes no se mencione a Dios ni para despedirse, ni se hable de las preguntas fundamentales en torno al hombre -de dónde vengo, adónde voy, el más allá, la muerte, el sentido de la vida-; muchos se han convencido con el pensamiento de que el cristiano no debe imponer sus ideas -cosa bien cierta-, pero aceptan como obligatorias las anticristianas, que acabamos viendo como lo moderno. Desean ser razonables, pero esconden a Dios o lo pretenden con cabida en sus mentes y actuando como ellos decidan. Nos citan a Galileo y nos callan.
Es imposible abarcar lo que nos acompleja; lo escrito anteriormente son unas pinceladas de lo que podríamos llamar el secuestro de Dios incluso en las mentes y vidas cristianas. Somos prisioneros de unos tópicos bien manejados y con algún fundamento en comportamientos inadecuados para un seguidor de Cristo, pero que en modo alguno invalidan su doctrina ni modo de ser. Podríamos preguntarnos qué es ser católico y cómo se debe mostrar; ir a buscar nuestra quintaesencia y no quitarle ni un pelo por más que seamos débiles. Frágiles, sí, pero sabiendo lo que somos y lo que hemos de vivir, aunque hayamos de rectificar en muchas ocasiones.
Como es sabido, las fuentes de lo revelado por Dios al hombre -ahí se contiene lo que somos- son la Sagrada Escritura y la Tradición custodiadas por el Magisterio de la Iglesia. Lo que Dios ha manifestado de Sí mismo, del hombre y de su destino está en esos dos manantiales, con el natural cuidado de la Providencia para evitar interpretaciones de parte o simplemente erradas. Eso es el Magisterio de la Iglesia: la custodia e interpretación del depósito de la fe, como lo llama muy adecuadamente san Pablo. El cristianismo no es una «religión del libro», sino la religión de la Palabra de Dios, «no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo», como afirmó san Bernardo.
Volvamos a la pregunta: ¿qué es ser cristiano? Y lo primero que permanece claro es que no somos seguidores de una palabra muerta, sino discípulos del Dios vivo, que por obra del Espíritu Santo son identificados con ese Verbo encarnado, con Cristo, para ser y actuar como hijos de Dios. Escribe san Pablo a los romanos: «los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios». Y poco más adelante añade que la creación espera ansiosa la manifestación de los hijos de Dios. Esto puede no entenderse o no creerse por carecer del don de la fe, pero un cristiano es otro Cristo -un hijo de Dios en Cristo por la fuerza del Espíritu- al que toda la creación espera con dolores de parto -dice gráficamente el Apóstol- hasta ver a Cristo formado y actuando en cada uno, para que, sin complejos, viva con la mayor honradez posible lo que en verdad es, algo no realizable sin la gracia de Dios y sin la libertad humana.
Con esta fuerte razón teológica, afirmó el fundador del Opus Dei: «el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima». Ahí radica la identidad cristiana y de ahí deriva nuestro comportamiento apropiado. El mismo san Josemaría indicaba en una entrevista -recogida en «Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer»- que esa verdad de ser hijo de Dios en Cristo ha de penetrar la vida entera, ha de dar sentido al trabajo, al descanso, a la amistad, a la diversión, a todo. «No podemos ser hijos de Dios sólo a ratos, aunque haya unos momentos dedicados a considerarlo, a penetrarnos de ese sentido de nuestra filiación divina, que es la médula de la piedad». Conocer la verdad no quita libertad, la da. La libertad se pierde en la ignorancia.
Si volvemos a las consideraciones iniciales, comprenderemos que no tiene sentido vivir un catolicismo acomplejado; en todo caso, hemos de moderar el buen complejo de superioridad nacido de lo que realmente somos. Pero no por sentirnos más que nadie, sino por experimentar con sencillez la fuerza de saberse y ser hijo del Padre nuestro que está en los cielos, por la identificación con Cristo operada por el Espíritu Santo, cosa que no sucede de ningún modo mágico: se adquiere por el bautismo, se refuerza en la confirmación, se rehace en la confesión sacramental, se alimenta con la Eucaristía, se vive con las luces y el empuje de la oración, y requiere lucha, empeño constante para vivirlo en todo momento. «Hay que ser conscientes de esa raíz divina, que está injertada en nuestra vida, y actuar en consecuencia» (Es Cristo que pasa, n. 60). (Pablo Cabellos Llorente).
Un saludo.

viernes, 9 de julio de 2010

¿Qué hijos vamos a dejar a este mundo?

He visto los programas en los que salía Leopoldo Abadía y su teoría de la Crisis Ninja; me han encantado, y sobre todo me ha gustado la coherencia con la que habla y escribe, por ejemplo en este artículo. Conozco a alguno de sus hijos, y puedo asegurar que sabe de lo que habla, pues como dice el refrán “de tal palo tal astilla”. Seguro que te hacen pensar estas palabras

Leopoldo Abadía (autor de "La crisis Ninja") dice en su artículo:
Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos. Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que "Dios les coja confesados".

Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación. En muchas conferencias, se levanta una señora (esto es pregunta de señoras) y dice esa frase que me a mí me hace tanta gracia: "¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?"
Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir "¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?"
Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido: "¡y a mí, ¿qué me importa?!"

Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.

Yo era hijo único. Ahora, cuando me reuno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64.

Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, pues ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz. Y me exigieron mucho.

Pero ¿qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:
1. La guerra civil española
2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Corea
5. Vietnam
6. Los Balcanes
7. Afganistán
8. Irak
9. Internet
10. La globalización

Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro. ¿Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? ¡Si no se lo podían imaginar!

Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.

Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.

A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales. Lo que por ahí se llama "buena gente".

Porque si son buena gente harán un mundo bueno. Y harán negocios sanos. Y, si son capitalistas, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano. (Si son mala gente, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano, pero que ellos son unos sinvergüenzas).

Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación: que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos. En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.

Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho más: qué hijos íbamos a dejar a este mundo.
A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar. Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo ..., pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya, y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.

Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas. Pero lo fundamental es lo otro: los padres. Ya sé que todos tienen mucho trabajo, que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la telebasura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado. Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.

P.S.
1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.
2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.
3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.

jueves, 1 de julio de 2010

Ahora quiero ser santa

'Ahora quiero ser santa', dice la ex modelo Amada Rosa Pérez tras darle un vuelco a su vida
Hace unos días me encontré con 5 videos en youtube de la conversión de Amada Rosa Pérez. Me gustaron muchísimo lo que esta mujer (exmodelo) dice acerca de su vida y su conversión. Merece la pena verlos y escucharlos, porque se ve que la mano de Dios está presente en la vida de los hombres. “No se ha acortado la mano de Dios”. Debemos tener la esperanza de que Dios está ahí, que no nos ha dejado, y que actúa en la vida de los hombres, como lo hizo en la vida de Amada Rosa.

La que llegó a ser una de las modelos más cotizadas del país, que se paseaba por las pasarelas de Miami, Milán y Venecia desapareció, como si se la hubiera tragado la tierra. Sucedió hace 5 años.
Quienes la buscaban para saber qué había pasado se encontraban con la misma respuesta: 'Ella se volvió beata'.
En el 2009, Amada Rosa Pérez reapareció en un evento público en Medellín, con la misma timidez del principio, cuando quería ser modelo. Pero ya era otra: había sufrido una enfermedad que, poco a poco, le quitó el 40 por ciento de la audición en el oído izquierdo, se había convertido en una devota de la Virgen y una activista incansable de la comunidad religiosa Lazos de Amor Mariano. Incluso, se había cambiado de nombre: Amada Rosa de Jesús y María.
Vive en Bogotá, sola, o como ella dice, con Dios y la Virgen, y reza uno o varios rosarios durante el día.
¿En qué trabaja ahora?
Estoy haciendo un catálogo de artículos religiosos.
¿Qué pasó con el modelaje?
Ser modelo significa ser un punto de referencia, alguien cuyas actitudes son dignas de reproducir y yo me cansé de ser una modelo de superficialidad. Me cansé de un mundo de mentiras, apariencias, falsedad, hipocresía y engaños, una sociedad llena de antivalores, en la que se resalta la violencia, el adulterio, la droga, el alcohol, las peleas, un mundo que exalta las riquezas, los placeres, la inmoralidad sexual y el fraude. Quiero ser modelo de promoción de la verdadera dignidad de la mujer y no de su utilización comercial.
¿Cómo empezó la transformación?
Lentamente, por obra y gracia del Espíritu Santo. Empecé a cuestionar toda mi vida: me sentía inconforme, insatisfecha, sin rumbo, sumergida en satisfacciones pasajeras, pero siempre buscaba respuestas y el mundo jamás me las dio. Empecé a sentir una fijación por las camándulas; las usaba como accesorio. Recuerdo que estuve en Egipto, en la iglesia, y tuve una sensación de profunda paz y amor. Me di cuenta de que llevar puestas las camándulas no tenía ningún significado, entonces comencé a rezar el rosario a diario y volví a sentir esa paz.
Antes era una persona afanada, estresada, me alteraba fácilmente. Ahora vivo en paz, no me afana el mundo, disfruto cada momento que me ofrece el Señor. Voy a misa y rezo el santo rosario diariamente, al igual que la coronilla de la Divina Misericordia a las 3 pm. Me confieso con frecuencia ante un sacerdote.
¿Por qué cambió su nombre?
Cuando me bautizaron, era Amada Rosa Pérez Pérez. Después de conocer el amor de Dios me di cuenta de que era Amada Rosa de Jesús y María.
¿Cómo ve ahora el modelaje?
Creo que detrás del maquillaje, las luces y las pasarelas, muchas veces se esconden vidas profundamente vacías y tristes.
¿Es divertida su vida ahora?
Algunos pueden pensar que estoy loca... Bueno, la locura de Dios es más bella que la sabiduría de los hombres.
¿Se considera una beata?
Si por beata se entiende a una amargada, gruñona y aislada, entonces no soy beata. Si por querer ser santa recibo ese título, entonces que me llamen como deseen. Solo busco y lucho por la santidad.
Merece la pena que los veas. Son una verdadera clase de teologia testimonial y auténtica.

viernes, 25 de junio de 2010

El santo de lo ordinario

Mañana celebra la Iglesia la Memoria de San Josemaría Escrivá. Pienso que mucha gente ya conoce su vida con detalle, pero para quienes todavía no sepan quién es, qué hizo, y porqué la Iglesia lo declaró santo, adjunto un enlace con una breves ideas sobre su vida.
Tengo en mi haber haberlo conocido en dos encuentros con mucha gente en Valencia en noviembre de 1972. Para mí es un regalo ese encuentro del que nunca daré bastantes gracias a Dios, pues a su fidelidad le debo mi vocación al Opus Dei, y mi vocación al sacerdocio.

martes, 22 de junio de 2010

Pasar el relevo

El pasado sábado día 19 asistí a la ordenación sacerdotal de tres diáconos en Orense. Conocía a uno de ellos por un viaje que hicimos juntos a Lourdes cuando fue el Papa Benedicto XVI.
Entonces Miguel (así se llama) sólo era seminarista de cuarto curso, con una vocación muy clara, y con una ilusión porque su sacerdocio que llegaría, que saltaba a la vista.
Desde entonces nos hemos visto de vez en cuando, hemos hablado, y se ha creado una amistad que ha ido en aumento. No podía faltar a esa ceremonia.
Me fijé en un detalle: la ilusión e incluso la emoción que los sacerdotes más veteranos (que no viejos, porque todos los sacerdotes somos jóvenes de corazón), ponían al imponer las manos en la cabeza de los ordenados. Era como decirles: ¡te paso al Espíritu Santo!, ¡te confío el tesoro del que ya somos participes los demás! ¡Hazlo tu mejor que nosotros! ¡Contamos con que no nos falles!
Realmente, me emocioné a pensar que esa imposición de manos (por otra parte, signo evangélico) era como pasar el relevo de una carrera.
Me ayudó leer una entrevista con el actual Prelado del Opus Dei que salió publicada hace unos días en la página web de la Prelatura. Te añado un enlace.
Un saludo.

sábado, 12 de junio de 2010

La carta de un sacerdote

Me ha llegado por varias vías esta carta del Padre Martin Lasarte. La verdad es que me ha encantado. Al acabar ya el Año sacerdotal, y después de lo que el Papa Benedicto XVI nos dijo ayer en la homilía de la Misa que clausuraba este año, pienso que viene muy bien leer esta carta del P. Martin, para dejar sentadas muchas cosas.
Es cierto que los sacerdotes somos hombres, y como todo hombre, débiles, pero tenemos que alabar y dar a conocer a tantos sacerdotes que trabajan tanto y tan ocultamente. Ya lo he dicho más de una vez, nadie se acuerda de ellos; hagamos un elogio de todos ellos.
La Carta del P. Martín Lasarte, salesiano uruguayo que hace casi 20 años está en Angola (África) está dirigida al periódico New York Times, que se ha empeñado en una campaña mediática contra la Iglesia y el Papa, más allá del doloroso escándalo de los sacerdotes que han sido motivo de escándalo por sus inconductas sexuales aberrantes.

Querido hermano y hermana periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente ¡todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Moxico mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños... No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia , esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.

Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad , el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.
En Cristo,
P. Martín Lasarte sdb
Angola - África
Un saludo

martes, 1 de junio de 2010

La última cima

Conocí a Pablo hace años, con motivo de unas convivencias en Galicia, y también le escuché en alguna conferencia en Zaragoza. Pablo tenía un algo especial que atraía, y que con sencillez facilitaba que te acercaras a él.
Me ha alegrado enormemente que se haya hecho esta película –que estoy deseando ver- sobre su vida. Se lo merece.
Pero estoy seguro que lo que más desearía Pablo es que esta película sirva para que mucha gente conozca la vida de un sacerdote que sólo quiso ser eso (nada y nada menos): SACERDOTE, y por lo tanto, CRISTO; porque ese era el deseo más profundo, que a través de él, muchas personas se acercaran, conocieran y amaran a Cristo.
Al acabar el próximo día 11, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Año Sacerdotal, es muy oportuno este estreno, sencillamente porque ya va siendo hora de que se conozca y se valore la vida de muchos sacerdotes que sólo han querido ser eso: buenos sacerdotes.
Recojo la noticia y una entrevista con el director de la producción.

El próximo jueves 4 de junio se estrena en España la película «La Última Cima», un largometraje sobre la vida del sacerdote español Pablo Domínguez Prieto, fallecido en febrero del año pasado a los 42 años en un accidente de montaña en el Moncayo.

El director de la producción es Juan Manuel Cotelo, un hombre que quedó impactado por su figura, tras conocerle en una conferencia. Doce días después, ocurrió el accidente en el que falleció este sacerdote.

Cotelo, actor, guionista y director de cine y televisión, se autodenomina simplemente «contador de historias que merezcan la pena ser contadas». Dirige la productora Infinito + 1. Ha dirigido también producciones como «El sudor de los ruiseñores» y es autor del libro «Opera Prima. Así logré escribir, producir y dirigir».

Pablo no era un sacerdote más sino un buen sacerdote
Cotelo confiesa que un amigo le invitó a grabar la charla del padre Pablo: «yo no veía por ninguna parte el interés en conocer a un sacerdote más», confiesa. «¡Y ése fue mi error! Porque Pablo no era "un sacerdote más", sino un buen sacerdote», dice.

«Por quitarme de encima la insistencia de mi amigo... fui y la grabé», recuerda Cotelo. «Además, hablé con él unos escasos minutos y comprobé su buen humor y su generosidad. No dudó en decirme: "si puedo ayudarte en algo, sólo tienes que pedírmelo". Aquello me impresionó porque sentí que lo decía en serio».

Pablo Domínguez Prieto era el decano de la facultad de Teología San Dámaso de Madrid. Nació en la capital española en 1966 y fue ordenado sacerdote a los 24 años. Doctor en Filosofía y en Teología, publicó 7 libros y decenas de artículos, impartió más de 50 conferencias. Era un buen alpinista y escalador. Coronó todas las cimas españolas superiores a 2.000 metros y otras superiores en los Alpes y los Andes. Cuando podía, celebraba misa en la cumbre.
Enamorado de Dios, la Iglesia y las montañas
Cotelo destaca del padre Pablo «su alegría y buen humor, su optimismo, incluso en los momentos más dramáticos, porque confiaba totalmente en su gran amor: Dios... "que no es un amigo cualquiera, sino que es un Padre Todopoderoso", dicho con sus palabras».
«Estaba enamorado de Dios y servía a Dios sirviendo a los demás», dice Juan Manuel a pesar de su brevísimo trato con él. «Ésa era la segunda cualidad que llamaba más la atención en él: su reacción inmediata para ponerse al servicio de cualquier persona, fuera quien fuese», testimonia.

«Estaba enamorado de la Iglesia», asegura. «Por último, estaba enamorado de las montañas, de la naturaleza, el lugar en el que se encontraba con Dios de modo más íntimo. En resumen, diría que el amor de Pablo a Dios era el mismo amor que tenía a los demás, a la Iglesia y al mundo. Todo lo unía en Dios» asegura el director de La Última Cima.

Cotelo recuerda el día en que se enteró de la muerte de Pablo viendo las noticias: «Escribí a un amigo montañero y, para mi sorpresa, me respondió llorando, diciéndome que había muerto "su amigo Pablo". ¡Yo no sabía que eran amigos! Desde ese día hasta hoy sigo topando con amigos de Pablo, del modo más inaudito. Con eso he descubierto que conocer a Pablo era querer a Pablo».
La idea de «La Última Cima»
Alguien le sugirió hacer una película sobre el padre Pablo. Juan Manuel se negó rotundamente. Pero poco a poco empezó a cambiar de parecer: «Fui conociendo a personas que habían tratado a Pablo y que me contaban de qué modo el cariño que habían recibido de parte suya había transformado sus vidas. Había que estar ciego para no darse cuenta de que su historia merecía la pena ser contada», dice.

«Además, siempre he concentrado mi trabajo en contar historias de personas buenas, sin prestar atención a los que hacen el mal, porque personalmente no me interesan esas historias de las que, además, se ocupan muchos otros con gran profesionalidad», confiesa Juan Manuel.
Me ha cambiado la vida
Este cineasta cuenta cómo aquella conferencia y su breve trato con Pablo alteraron su vida: «Pablo es la demostración de que cualquier persona puede tener una vida fértil. Porque sus virtudes son accesibles a cualquiera», dice.

«Gracias a él, ahora procuro escuchar con más atención a las personas, prestar pequeños servicios a quien se ponga delante, sonreír cuando no me apetece, alterar mi horario sin enfadarme cuando surge alguien que me lo pide... y unas cuantas cosas más en las que veo que él era mucho mejor que yo», señala.

«Sobre todo, procuro buscar a diario y en todo la voluntad de Dios para mí», agrega. «Por último, con Pablo uno puede descubrir que el Cielo no está "más allá" ni empieza "más tarde", sino que desde ahora uno ya puede empezar a vivir en el Cielo, si dejas que Dios entre en tu vida», dice Juan Manuel.

Este trabajo le ha permitido a Cotelo encontrarse con la belleza de la vocación sacerdotal que para él «es la belleza de un Dios humilde quien, pudiendo actuar sin depender de nadie, nos hace llegar su gracia a través de otros hombres».

«Cristo, pudiendo dar de comer a una multitud, con un simple chasquido de dedos, lo hizo con la colaboración de hombres vulgares: "dadles vosotros de comer". Y hoy sigue actuando igual», dice Juan Manuel. «Son los sacerdotes quienes nos dan el alimento para el alma, que no es suyo, sino del mismo Dios, que se nos entrega en persona a cada uno», asegura.

«Es innegable que Pablo ha vivido y ha fallecido con fama de santidad, sin eufemismos: santidad real», asegura el director de «La Última Cima».

«Además, lo que destacan de él quienes le trataron no son sus cualidades intelectuales, a pesar de tener dos licenciaturas y dos doctorados», dice el director. «Me sorprendió mucho que nadie diera importancia a eso, a pesar de ser cierto. De él destacan sus virtudes: su alegría, su humildad, su generosidad, su amor a Dios, su castidad, su desprendimiento de todo lo material...».

«He querido dar la cara por los curas», dice Juan Manuel Cotelo, y por ello dedicó este largometraje a un sacerdote que, minutos antes de morir, llamó por móvil a su familia y dijo «He llegado a la cima».
Un saludo

martes, 25 de mayo de 2010

Los sacerdotes que “abusaron” de mí

Recibí este artículo que me envió un sacerdote amigo. Me gustó. En realidad esta es la verdadera acción de muchos buenos y santos sacerdotes, que pasan desapercibidos, que no salen en los periódicos, de los que nadie habla, pero que hacen una honda labor silenciosa y profunda, y que nos han ayudado tanto “abusando” de nuestra libertad, y empujándonos hasta el cielo. Dios les bendiga.

Los sacerdotes que “abusaron” de mí
Cuidémonos gravemente de tratar con ellos

Cuando era muy niño, sin tener conciencia, sin libertad, sin poderme defender, uno de ellos me hizo hijo de Dios, heredero de la vida eterna, templo del Espíritu Santo y miembro de la Iglesia; nunca podré perdonarle haberme hecho tanto bien.

Otro insistió, durante mis años tiernos, en inculcarme, violentando mi voluntad, el respeto por el Nombre de Dios, la necesidad absoluta de la oración diaria, la obediencia y la reverencia a mis padres, el amor por mi patria y un largo etcétera; me enseñó la utopía de no mentir, de no robar, de no hablar mal de otros, de perdonar y de todas esas cosas que nos hacen tan mojigatos y ridículos.

Otro apareció diciendo que el Espíritu Santo debía venir a completar la obra comenzada en el Bautismo; que me harían falta sus dones y sus frutos, que ya era hora de que viniera en mi ayuda aquel que me haría defender la fe, como un soldado. ¡Qué osadía hablar en términos tan bélicos! Hizo en esa época que cuidara mi alma de las del mundo, que fuera noble, leal y honesto.

Otro abusó dándome libros para leer, pues no le bastaban sus consejos, que hacían poner la mirada en la eternidad y vivir como extraños aquí, en la tierra. ¿Quién sacará ahora de mi cabeza los cuatro evangelios?, ¿Las glorias de María, de san Alfonso?, ¿La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis?, ¿las Confesiones, de san Agustín?, ¿las Moradas, de santa Teresa? ¿Quién será capaz de curarme de todos esos tesoros que me marcaron para siempre?

Otro abusó de mi ignorancia enseñándome cosas que no sabía; otro no hablaba, pero su vida virtuosa me inclinaba cada vez más a imitarlo. Hubo algunos que se aprovecharon de mí en momentos inesperados y me corrigieron, me alentaron y hasta rezaron por mí.

Otros, cuando yo ya estaba en un círculo del cual no podía salir, se empecinaron con mi naturaleza caída y me incitaron a recibir a Jesucristo en su Cuerpo y Sangre para resistir los embates del enemigo, para fortalecer mi flaqueza y santificarme cada día más. Aunque, para aquel que lea esta denuncia le parezca que esto ya es demasiado y que más bien no se puede hacer, les digo que los abusos siguieron en aumento y que todo pasó a mayores: cada vez que conocía a un sacerdote, se aprovechaba de mí con renovados métodos, tales como reliquias, estampas, agua bendita, rosarios, bendiciones y oraciones de todo tipo, armaban una cárcel de tremendos beneficios que llegaron al límite de lo soportable.

Quiero dejar claro esta injusticia llena de perversidad y que atiendan a mi reclamo en esta denuncia, porque sé que algunos de ellos me estarán esperando para seguir con esta iniquidad, sentado en un confesonario o al lado de mi cama cuando esté moribundo y que, aunque desaparezca, seguirán abusando con sufragios por mi alma y súplicas de misericordia.

Quiero que se sumen a mi voz todos aquellos que han sido víctimas de estos atropellos y se han sentido ultrajados por estas personas, pues sé que a otros los han unido en matrimonio, a otros le descubrieron su vocación, a otros hasta llegaron a ayudarlos materialmente o guardaron con llave en su corazón para siempre secretos tremendos de sus miserias humanas.

Cuidémonos gravemente de tratar con ellos, no les demos nuestros datos, no los miremos a los ojos, no les consultemos absolutamente nada, no sigamos ninguno de sus pasos, pues corremos el riesgo, un día, de caer en sus trampas y salvarnos eternamente.

jueves, 6 de mayo de 2010

Sexo: lo que no exige el guión de cine

Esta es una de esas noticias que animan, porque compruebas que sigue habiendo gente buena y sensata, “hay mucha gente buena” me decía un amigo, y es verdad.
Oponerse de esta forma a que te metan en unos parámetros que tú no quieres ni deseas, hoy es un acto heroico, porque te juegas el puesto de trabajo, el que te tachen de fundamentalista y muchas más cosas. Lo mismo le pasa a las enfermeras que se niegan a participar en un aborto, a los farmacéuticos que no venden la píldora anticonceptiva, etc.
Realmente estamos en camino de que los cristianos nos juguemos el trabajo, las ”lentejas” de cada día y hasta la vida por defender nuestra fe y nuestra convicciones. Pero es ahí donde el Señor nos espera, y quizás lo que necesitamos para revitalizar nuestra fe y atraer a más gente a la Iglesia, que para eso estamos: “Id y predicad el Evangelio a todo el mundo”.

Reportaje de Ana Sánchez de la nieta / http://www.aceprensa.com/ /
Lunes 19 de abril de 2010

Hace unos días saltaba a los medios una noticia curiosa. La cadena americana ABC había echado a un actor por negarse a rodar escenas de sexo. El actor es Neal McDonough, 44 años, bastante conocido por sus apariciones en películas como Minority Report o Banderas de nuestros padres, y por series de TV como Hermanos de sangre o Mujeres desesperadas. Acababa de empezar el rodaje de Scoundrels, una nueva serie de la ABC, y se negó a interpretar una escena de sexo explícito con Virginia Madsen. La cadena decidió sustituirle por otro actor.

La noticia ha dado pie a un sinfín de comentarios y explicaciones. Los medios han publicado que la razón de la negativa es que McDonough es católico, con firmes creencias religiosas y tienen mujer y tres niños pequeños. Por eso se niega a interpretar este tipo de escenas.

En los medios digitales –los más dados a este tipo de debates– miles de internautas han apoyado masivamente la decisión del actor. A juzgar por los comentarios a esta noticia, abrumadoramente positivos, se deduce que la coherencia sigue siendo un valor en alza. Son mayoría las personas que alaban la decisión de McDonough y elogian que una persona sea capaz de perder un millón de dólares (que es lo que ha dejado de cobrar) por actuar en conciencia y por respeto a su mujer y a su familia.

Los que critican la decisión del actor –además de la cadena, claro– lo hacen señalando que no ha tenido los mismos inconveniente al interpretar papeles violentos.

Sexo y violencia, muy diferentes
Además del lógico sentido común –presente en muchos de los comentarios de estas webs, como el de la mujer que señalaba que, si su marido fuera actor, prefería mil veces verle disparando que en la cama con otra mujer–, en este punto, viene bien releer al crítico francés André Bazin, mentor de Truffaut y Rohmer, inspirador de la Nouvelle Vague e impulsor de la revista Cahiers du cinema. Bazin explica en su célebre libro Qué es el cine como la representación del sexo y la violencia son absolutamente diferentes.

Bazin afirma que la gran diferencia es que las escenas de violencia se representan mientras que las sexuales, en cierto modo, se viven. “Si se muestra en la pantalla un hombre y una mujer con un vestido y postura tales que sea inverosímil que al menos un comienzo de consumación sexual no haya acompañado a la acción, yo tendría derecho a exigir en un film policiaco que se mate verdaderamente a la víctima o al menos que se la hiera más o menos gravemente. Y esta hipótesis no tiene nada de absurdo, porque no hace mucho que el asesinato ha dejado de ser espectáculo, para los romanos, los mortales juegos de circo eran el equivalente a una orgía”.

Bazin señala como –a diferencia de otras artes representativas, como la pintura– “en el cine a la mujer incluso desnuda se la puede desear expresamente y acariciarla realmente y, sin embargo, si queremos permanecer en el nivel del arte debemos mantenernos en lo imaginario. Debemos poder considerar lo que pasa en la pantalla como un relato que no llega jamás al plano de la realidad, o en caso contrario, me hago cómplice diferido de un acto, o al menos una emoción, cuya realización exige intimidad. Lo que significa que el cine puede decir todo pero no puede mostrarlo todo. Se puede hablar de todo tipo de conductas sexuales pero con la condición de recurrir a las posibilidades de abstracción del lenguaje cinematográfico, de manera que la imagen no adquiera jamás un valor documental”.

Desde esta perspectiva, se entiende que haya directores que se nieguen a incluir escenas de sexo en sus películas y prefieran recurrir a la elipsis. El realizador finlandés Ali Kaurismäki, lo explica con elocuencia. En sus cintas, muy oscuras en ocasiones, retrata la vida de prostitutas o amantes pero nunca muestra sexo en las pantallas. “Cuando veo una película y llega la escena de sexo me siento siempre muy violento, y también el público, creo. Son situaciones privadas y me siento un voyeur. Todas esas secuencias parecen siempre la misma; pienso que en Hollywood tienen un stock al que acuden”.

Y el español Patxi Amezcua, preguntado recientemente sobre por qué en su película 25 kilates había poco sexo y palabrotas, comentaba que “no hace falta decir “hijo de puta” para que se note que el personaje está enfadado… Y el sexo despista la mayor parte de las veces”.

Cuando fallan otros recursos
De hecho, las personas que ven mucho cine, por ejemplo, los críticos coinciden en señalar que, con excepciones, el exceso de sexo en una película puede obedecer a dos motivos: o es un reclamo publicitario para hablar de ella por escandalosa o es un modo de intentar salvar un mal guión.

La tesis de Bazin explica también como, al margen de otras cuestiones morales, muchos actores confiesan sentirse incómodos cuando ruedan estas escenas. Otros las ven necesarias para entrar en el mundo del cine –un peaje que hay que pagar– pero renuncian a ellas en cuanto tienen un cierto caché. Es el caso, por ejemplo, de Brad Pitt que, hace años manifestó que no volvería a salir desnudo. “No quiero sentirme avergonzado cuando mis hijos sean más grandes y vean mis películas”, señaló.

Y el espectador, ¿quiere el espectador medio ver sexo en la pantalla grande? A juzgar por los datos de taquilla parece más bien lo contrario. Entre las 10 películas más vistas en el 2009 solo una –Resacón en las Vegas– tiene contenidos sexuales.

En definitiva, toda esta historia revela en el fondo que una de esas frases acuñadas en el mercado del cine –que el sexo vende– no es cierta y que el sexo en la pantalla tiene más inconvenientes que ventajas. Hace perder dinero a los productores y distribuidores, encasilla a los actores, incomoda al espectador, no ayuda a la creatividad de los realizadores y no convence a los críticos.
Neal Mc Dougahn, además de buen actor ha demostrado ser un tipo coherente y listo.


Un saludo

martes, 4 de mayo de 2010

Mes de mayo

Para que te animes a rezar el Rosario, y por los sacerdotes. Gracias.


miércoles, 21 de abril de 2010

Lealtad a Pedro

He leído casi todos los libros de Santiago Martín, y le tengo gran admiración. Siempre me han ayudado sus escritos, y he recomendado a muchas personas –en especial universitarios- el que a mí me parece el mejor sus libros: El evangelio secreto de la Virgen María. Cuando lo leí, me acercó más a “meterme en las escenas del Evangelio”, como recomendaba San Josemaría.
Ayer leí este artículo suyo en La Razón que me parece esclarecedor, y trabajado desde la fe. También leí la carta de Hans Küng, me pareció llena de mentiras y ácida, No sé qué tiene en el corazón este teólogo, pero destila amargura. Sólo –desde entonces- rezo por él, y sé que pocos, muy pocos, le van a hacer caso, como dice Santiago en su artículo.
Aquí va para que puedas leerlo, y desde aquí se lo agradezco a Santiago.

La conspiración y Küng
La “teoría de la conspiración”, de la cual muchos se burlan, ha tenido en estos últimos meses abundantes motivos para confirmarse, al menos en la mente de los que creen en ella. Me refiero a la campaña de acoso a la Iglesia, personificada en los ataques al Papa Benedicto XVI –y, de paso, a Juan Pablo II y a algunos cardenales vivos y difuntos-. La excusa, como es sabido, ha sido la supuesta “tolerancia” del actual Pontífice hacia sacerdotes pederastas, tanto cuando fue arzobispo de Munich como cuando presidió Doctrina de la Fe. El hecho de que medios tan poderosos y significados con la “progresía” –y con otros poderes- como el “The New York Times” o la BBC, hayan rebuscado en las cloacas para encontrar algo que, cogido por los pelos, pudiera presentarse como un argumento sólido contra Benedicto XVI, ha demostrado no sólo quién está detrás de la campaña, sino también lo decididos que están a asestar un golpe mortal a la Iglesia. Han ido a por todas y con todos los medios a su alcance.
Ante esto hay que preguntarse tres cosas. Primero, por qué lo han hecho. Segundo, cómo les ha salido la jugada. Y, tercero, qué apoyos han tenido en el seno de la Iglesia.
Los ataques al Papa y a la Iglesia no se deben a una búsqueda de la verdad –propia de un sano periodismo-, ni a acabar con una situación de corrupción que seguía generando víctimas inocentes por parte de un clero corrompido. Los datos demuestran que sólo uno de cada 60.000 menores víctimas de abusos, ha sufrido a manos de un clérigo católico; esto es muchísimo pues no debería haber ninguno, pero no se puede considerar ni como una epidemia, ni como un problema que hay que atajar desatando una gran campaña mediática, máxime cuando prácticamente todos los casos se remontan a hace 30 ó 40 años. Se ha elegido a propósito un asunto que impacta en la sensibilidad de la población para atacar a la Iglesia y destruir su prestigio moral. Y esto se ha hecho por tres causas: la Iglesia sigue presentándose como el único camino completo de salvación, la Iglesia está denunciando la dictadura del relativismo y la Iglesia no se calla ante los intereses económicos de determinados y poderosos sectores -es significativo, al respecto, que el abogado que está asesorando a los dos ingleses que quieren meter al Papa en la cárcel sea el mismo que defiende al etarra De Juana Chaos-. Benedicto XVI, con su sabiduría, ha defendido, promovido e iluminado estas tres reivindicaciones de la Iglesia y por eso había que acabar con él a cualquier precio.
En segundo lugar, hay que decir que la operación les ha salido, en términos generales, mal. Es cierto que muchos denigran a la Iglesia –sobre todo en los blogs de los periódicos- y que los anticlericales están crecidos. Es cierto que hay voces que piden la expulsión del Vaticano de la ONU y que agresivos tertulianos proclaman su convicción de que esto es el final de la Iglesia. Sin embargo, la verdad, para disgusto de ellos, es que los católicos practicantes han visto la jugada y se han dado cuenta de que es una campaña injustificada contra el Pontífice, lo cual les ha llevado a unirse más a él e incluso a defender a sus sacerdotes, conscientes de que la práctica totalidad de los mismos -el 99,95 por 100- no están implicados en esos horribles delitos. La pasada Semana Santa ha servido para demostrar el apoyo del pueblo fiel a la Iglesia: más gente que nunca tanto en las procesiones como en los actos litúrgicos en el interior de los templos. El resultado conseguido no ha sido, pues, el que buscaban los enemigos de la Iglesia, sino todo lo contrario: los católicos se han cerrado como una piña en torno al Papa. Incluso me atrevo a decir que entre gente honesta no católica, pasado el primer impacto mediático, se está produciendo una resaca contra las manipulaciones informativas, pues lo mucho cansa, sobre todo cuando las pruebas que se presentan no son suficientes.
Queda el último punto: la colaboración interna. Es evidente que ha existido, pues los documentos aireados por los medios de comunicación proceden de fuentes eclesiásticas. Pero lo más significativo ha sido la proclama de Hans Küng, dirigida a todos los obispos del mundo para que se rebelaran contra el Papa. Queda para la historia averiguar si la acción del amortizado Küng estaba prevista y era la parte final del programa de los que han planeado el ataque contra la Iglesia, o si el antiguo asesor del Vaticano II ha actuado por su cuenta, sumándose a la ola de ataques al Papa con la pretensión de aportar su piedra para demoler el edificio de la Iglesia, en una especie de maligno canto del cisne. En cualquier caso, al menos hasta el día de hoy, el resultado de su proclama es nulo. Si pretendió emular la acción de Lutero cuando colgó sus tesis contra las indulgencias en las puertas de la iglesia del palacio de Wittenberg, aprovechando que la progresía mundial había preparado el terreno para un levantamiento contra el Papa, ha fracasado. Cuando leí su artículo pensé que no faltarían una veintena de obispos en todo el mundo que se sumaran a la iniciativa. Pues ni eso. Con el agravante para él y para los suyos de que han disparado ya sus cartuchos y eran sólo de fogueo. Ni su silencio ni sus excusas, si las hubiera, alegando que no pretendían atacar a la Iglesia, podrán ocultar la realidad: han fracasado. Y esta es una victoria para la Iglesia, para todas las religiones y para la humanidad, pues lo que se ha llevado a cabo ha sido un experimento de ingeniería social que pretendía manipular la voluntad de la población mundial en función de oscuros intereses.
Es posible que ahora los enemigos de la Iglesia dirijan sus dardos a torres menos elevadas. Harán daño. Seguirán haciendo daño. Pero, a la vez, estarán haciendo, sin quererlo, un servicio a la Iglesia. Primero, porque ayudan a purificarla. Segundo, porque en los dos mil años de historia que tenemos hemos visto muchas veces que la sangre de los mártires ha sido semilla de nuevos cristianos. En este caso, el mártir ha sido el propio Papa y, según vayan pasando los ataques, su figura se irá acrecentando no sólo ante los ojos de los católicos sino ante los del mundo. Benedicto XVI, que fue elegido como un Papa de transición para que continuara la labor de su predecesor, tiene ya su puesto de honor en la historia de la Iglesia por derecho propio.

miércoles, 14 de abril de 2010

Conocer la verdad

Conozco a Alejandro Llano desde hace años. Ayer puede leer este artículo en La Gaceta, que me gustó. Lo adjunto porque me parece muy acertado el planteamiento que hace, y porque se trata de llegar al verdadero fondo del problema, sin ocultar nada, pero sabiendo que hay detrás de toda esta trama.

Sexo y religión
La Gaceta, 11 de abril, 2010
Alejandro Llano

Se sabe muy bien que Ratzinger fue el primero en denunciar los desórdenes en la Iglesia - En algunas comunidades el erotismo es capítulo obligado de Educación para la Ciudadanía.
Cambian los motivos o disculpas, pero se mantienen constantes los ataques a la Iglesia católica. A nadie le sorprende ya que el permanente hostigamiento tenga siempre los mismos orígenes y acabe por apuntar a Benedicto XVI.
Es el enemigo a batir, porque representa un desmentido viviente a la presunta falta de inteligencia y humanidad que achacan a los católicos. En esta última campaña –cuidadosamente preparada– han recurrido a una acusación que tiene ciertas bases reales y se presenta cargada de morbo.
Aunque la temática dista mucho de ser nueva. La secreta actividad sexual de sacerdotes y religiosos es un tópico frecuentado por la novela anticlerical decimonónica, con resultados ocasionalmente tan brillantes como La Regenta de Clarín.
El aditamento actual hace que la agresión apunte a algo todavía más morboso: la homosexualidad ejercida contra menores. Con ello empiezan las paradojas. Porque la liberación sexual y la ideología de género es el tema central de los supuestos progresistas españoles, que han renunciado a las reivindicaciones sociales y a la vanguardia cultural.
Lo suyo es, ahora, la promoción de la homosexualidad, el desprecio a la familia y el adoctrinamiento de adolescentes y niños en la práctica temprana del sexo, con especial énfasis en sus variantes menos naturales. Lo que –según pretenden– les desmarca de una inquietante cercanía con lo que ahora denuncian, es la supuesta libertad de aquellos a quienes incitan a ejercitarse en modalidades sexuales consideradas por muchos como escasamente éticas.
Pero surge inmediatamente la pregunta: ¿acaso son realmente libres los niños y niñas, desde los 11 años, a quienes se somete a “talleres de masturbación”, “exploración del clítoris” y otras experiencias que da hasta vergüenza nombrar? Y esto no es algo episódico o accidental.
En algunas comunidades autónomas el erotismo sistemático se considera un capítulo obligado de la Educación para la Ciudadanía, al menos en los centros oficiales.
Y la nueva Ley del Aborto incluye en su propio título la formación afectiva y sexual llevada forzosamente a cabo por instructores preseleccionados en todos los colegios y desde temprana edad. ¿Así entienden los socialistas la libertad en materia tan íntima y personal? Estamos ante un abuso sexual universal y sistemático.
Todo lo cual, evidentemente, no disculpa en absoluto a los clérigos que se aprovecharon de su posición religiosa y docente para actividades injustificables y odiosas.
Resulta sospechoso, con todo, que se saquen a la luz con estudiada secuencia tales escándalos –que acontecieron en ocasiones hace varias décadas– y que se denuncie a autoridades eclesiásticas que, en algunos casos, nada tuvieron que ver directamente con los atropellos ni con su ocultación.
Más delicado para la sensibilidad de los propios católicos resulta el permisivismo con el que se ha enfocado este problema en seminarios y centros educativos. No han sido precisamente los religiosos considerados conservadores quienes han abierto la mano ni, quizá, los que han disimulado irregularidades tan penosas.
Han sido, más bien, quienes se consideraban en línea de una ética más abierta y progresiva. Y, desde luego, al cardenal Ratzinger no se le puede acusar, ni en Múnich ni en Roma, de ninguna inconsistencia teórica o pastoral.
Se sabe muy bien que fue el primero en denunciar y poner coto a los desórdenes que comenzaban a apuntar en la Iglesia La revolución cultural y sexual que arranca en 1968 se inspiraba –junto con ideas más interesantes– en una ideología en la cuales se entremezclaban versiones tardías del freudo-marxismo, convencionalmente personalizadas en Herbert Marcuse.
La revolución del 68 no fracasó, según pretenden algunos de manera frívola y voluntarista. Penetró en todos los ámbitos sociales, también en los ambientes religiosos, y contribuyó al cambio de costumbres que se ha venido agudizando desde entonces. Realmente es la única revolución que, con estructura marxista, ha triunfado en el siglo XX. Y es aquí, y no en el celibato sacerdotal, donde se encuentran las raíces de estas conductas erráticas que ahora afligen a los católicos y son instrumentalizadas por los enemigos del cristianismo.
Poner en el celibato la causa de tales abusos equivale a no tener en cuenta datos elementales de la psicología y la ética. A la Iglesia católica se le reprocha con frecuencia una presunta rigidez en cuestiones morales. Si la ética de inspiración cristiana defiende posturas no siempre populares, no es por la aplicación de un código implacable, sino por la defensa de la dignidad intocable de la persona humana.
Éste es el motivo por el que siempre ha promovido y practicado las virtudes de la castidad y del pudor. Cosa que ahora los manipuladores aprovechan para hablar de hipocresía. Nos ofenden con ello injustamente a muchos. Y los manipuladores deberían tener muy presente que la acusación de hipocresía se vuelve fácilmente contra los que la lanzan.

Cuando examinamos donde está verdaderamente el origen del problema, pienso que podemos llegar a la conclusión de que detrás de todo lo que estamos viviendo, leyendo y escuchando, hay muchas presiones mediáticas y económicas, un deseo de desacreditar la autoridad moral del Papa, y quizás, por parte de algunos teólogos que no aceptan a este Papa, un deseo conciliarista, volver a los Concilios de Pisa y Constanza, para construir una Iglesia democrática que imponga la verdad por consenso, por votos, sin acatar una autoridad suprema.
Un saludo.

martes, 13 de abril de 2010

El gorrión

Me mandó el enlace a este vídeo un amigo. Me pareció increíblemente bueno, y te recomiendo que lo veas despacio, porque es conmovedor. Me pregunto si seremos capaces de tratar a los demás con caridad y paciencia, porque eso han hecho con nosotros (o incluso aunque no lo hayan hecho). Un saludo

viernes, 9 de abril de 2010

Reconciliación

Pude ver hace unos días la película Katyn. Me quedé impresionado por la trama y el hecho histórico, que pone en evidencia la grandeza y al mismo tiempo la vileza a la que el hombre puede llegar. Me alegró leer ayer esta noticia:
"Los primeros ministros de Rusia y Polonia, Vladimir Putin y Donald Tusk, sellaron ayer la reconciliación entre ambos países al homenajear juntos a las víctimas de Katyn, localidad de la provincia rusa de Smolensk, situada cerca de la frontera con Bielorrusia, donde en 1940 22.000 polacos fueron asesinados de un tiro en la nuca por el NKVD (policía política soviética) que obedecía órdenes del dictador Stalin. Durante 50 años la URSS negó los hechos y culpó a los nazis de la matanza, pero en 1989 Mijaíl Gorbachov reconoció la culpabilidad de su país en estos crímenes.
Tras la caída del comunismo en Polonia y el hundimiento de la URSS, la matanza siguió dificultando las relaciones entre Varsovia y Moscú. Los responsables polacos y los familiares de las víctimas acusan a las autoridades soviéticas de genocidio y piden a Moscú que desclasifique todos los documentos sobre los sucesos. Aunque los nuevos dirigentes rusos se mantienen cautos, entre otros motivos, para hacer frente a los sectores más nacionalistas y a los nostálgicos del comunismo que se niegan a reconocer la autoría de Moscú, el encuentro de Tusk y Putin con motivo del 70.º aniversario de la tragedia tuvo un alto valor político y simbólico.
Es la primera vez que un dirigente polaco viaja a Katyn de forma oficial y que el poderoso primer ministro ruso está presente en los actos de homenaje que se celebraron en el complejo memorial de Katyn, construido a unos 15 kilómetros de la ciudad del mismo nombre.
El trabajo de memoria es lento y difícil en Rusia. Una investigación llevada a cabo entre 1990 y el 2000 quedó archivada, y en el 2004 la Fiscalía rusa zanjó la cuestión entregando a Polonia la tercera parte de los archivos sobre el caso. Pero también se han dado pasos a favor de la distensión. La semana pasada una cadena pública de la televisión rusa difundió la película Katyn del cineasta Andrzej Wajda, cuyo padre fue una de las víctimas del NKVD.
Los dos jefes de Gobierno se expresaron a favor de superar las heridas del pasado. Putin tuvo palabras duras contra los responsables de las matanzas, pero evitó disculparse públicamente por los crímenes del pasado y mucho menos reconocer que Moscú quiso llevar a cabo un genocidio, como sostiene en cambio Varsovia. «La única forma que tenemos de superar la incomprensión es reflexionar juntos sobre nuestra historia común y nuestras heridas históricas», dijo Putin, que admitió que «los crímenes cometidos por el régimen totalitario» son injustificables, porque el objetivo fue «sembrar el terror».
En la misma línea, el primer ministro ruso aseguró: «Nuestro país ha elaborado una estimación política, jurídica y moral de los crímenes que no va a ser revisada».
Aunque reconoció que «durante largos decenios, se ha intentado disimular la verdad sobre las ejecuciones de Katyn con mentiras cínicas», consideró que el pueblo ruso no es el responsable de esta tragedia, y destacó que afirmar lo contrario es «una mentira».

Cuando se actúa sin fe y sólo por motivos políticos, partidistas y de poder, se puede llegar a considerar al hombre como una cosa, sin dignidad. El hombre ha olvidado que el hombre es imagen y semejanza de Dios, y entonces se llega a esa vileza: 22.000 hombres asesinados uno a uno con un tiro en la cabeza durante semana, meses en oleadas de 200, 300 cada día, ¡qué locura y horror! ¿En algún momento, los hombres seremos capaces de pedir perdón por los crímenes del aborto que en estos años se han realizado? No se trata de comparar, pero la comparación sale sola. Quizás dentro de años, haya políticos, médicos, enfermeras, madres de familia, etc., que públicamente pidan perdón.

jueves, 8 de abril de 2010

El sacerdote

Merece la pena verlo. Está bien hecho y da una imagen buena, muy buena, del sacerdote, precisamente ahora que tan mal se habla de nosotros. Un saludo.
No dejes de ver la segunda y tercera parte.

miércoles, 7 de abril de 2010

Proteger a los nuestros

Me parece que este vídeo es bastante aleccionador, y nos hace caer en la cuenta de lo que está al alcance de la mano de nuestros hijos si, como se dice coloquialmente, nos "chupamos el dedo", y no nos enteramos de lo que pasa a nuestro alrededor.
La educación en libertad no tiene nada que ver con el "carpe diem" de disfrutar de todo que el mundo nos ofrece. Un saludo.

martes, 6 de abril de 2010

En equilibrio

Lo primero, feliz Pascua a todos, y siento no haber escrito hasta ahora. Os podéis imaginar que estos días han sido de trabajo añadido lógico para un sacerdote en Semana Santa. He podido colaborar en los Oficios de la zona de Paderne (junto a Betanzos), donde D. Santiago, un buen amigo, está realizando un labor fenomenal. También he podido ayudarle a D. José Carlos -el cura de moda, como le llaman-, que atiende Santa Eulalia, y que colabora en RadioVoz, y que ha levantado unas parroquias y da gusto acudir cada domingo a las celebraciones en las cada día hay más gente.
Estos días, la Semana Santa, ha sido para los católicos unos días de dolor y de oración, fundamentalmente por el ataque despiadado que la prensa laicista ha lanzado contra el Papa y su magisterio moral, en el fondo para desacreditarlo, por los lamentables sucesos de pederastia por parte de una parte ínfima del clero. Eso es lo que les conviene sacar a relucir: la debilidad y los errores (por supuesto graves) de unos pocos sacerdotes que no han sido fieles y que han hecho un grave daño a Dios, a la Iglesia, a muchos niños y niñas, a sus familias, y por supuesto a si mismos. Así lo ha dejado claro el Papa en la carta a la Iglesia en Irlanda, que me parece magistral, dura y clara.
Pero da igual, hay que echar porquería sobre el Papa y la Iglesia, y por eso ha comenzado la guerra contra quien defienda al Papa o a la Iglesia; son planteamientos atávicos que se pierden en una trasnochada forma de combate contra un Dios que molesta, porque exige. Se han olvidado del Dios que ama y perdona.
¿Dónde está realmente el fondo de problema, sin negar que ha habido abusos graves o gravísimos por parte de unos cuantos clérigos? Mi parecer coincide con el de un buen amigo que hace unos días escribió una artículo que "levantó ampollas" en quienes le leen. Decía lo siguiente, y perdón que me extienda:

"A la vista de cómo se están dando estas noticias cabe, sin embargo, hacer algunos comentarios. La primera y más grave es que asombra la cantidad de falsas informaciones. Por citar solo las que intentan involucrar al Papa, todas se han demostrado equivocadas: la del cura pederasta supuestamente amparado por Ratzinger cuando era cardenal de Munich (los hechos sucedieron bastante después de que él dejara la diócesis), el que hubiera desoído una denuncia sobre un cura de Milwakee que abusó de niños sordomudos (un asunto sórdido repleto de detalles sorprendentes) o el caso de los niños del coro que dirigía el hermano del Papa (ninguno de los tres chicos coincidió con la época Georg Ratzinger). Podría preguntarme por qué, pese a que suponen un porcentaje infinitesimal (en Alemania, por ejemplo, el 0,04%) de los abusos de este tipo, algunos medios se ceban contra la Iglesia mientras consienten una prostitución infantil cada día más extendida, incluso en las redes sociales. O por qué el escándalo americano coincidió, casualmente, con la oposición de la Iglesia Católica a la guerra de Irak. ¿Algo que ver con intentar rebajar su prestigio moral? O por qué se relacionan los abusos sexuales con el celibato y no con la homosexualidad, motivo de tantos de esos delitos. ¿Qué se persigue con más fuerza, a la Iglesia o al delito? ¿Acaso para quitarle autoridad a su doctrina moral sobre la sexualidad?"
En el fondo es eso, querer quitar autoridad al Papa en el terreno moral, sencillamente porque molesta.
Precisamente estos días estoy con un buen grupo de sacerdotes de ejercicios espirituales. Es reconfortante ver a estos sacerdotes venerables en edad y santidad, que han dejado la vida por la Iglesia sin dar la lata, sin que les oiga, sin dar espectáculo, pero que defienden con su vida entregada y alegre a Dios, al Papa y a la Iglesia. Eso sí, de éstos no se habla, porque no arman ruido.
Vivimos en un continuo equilibrio, del que saldremos porque la Iglesia es de Dios, y el poder del diablo -que existe- no podrá con Ella. Que seamos capaces de vivir en ese equilibrio, pero defendiendo con nuestra palabra, con la oración y haciendo el bien a quien las veces de Cristo en la tierra.
Un saludo.

martes, 23 de marzo de 2010

El camino de la vida

El pasado jueves 17 de marzo y en el marco de la preparación de la solemnidad de San José, día del Seminario, se presentó en uno de los salones Caixa Galicia situado en la Rúa del Villar de Santiago de Compostela, el mediometraje “El Camino de la vida”.
D. Andrés Barbé, productor de la película y director de Formato producciones comenzó hablando del origen de esta idea, cuyos antecedentes están en querer acercar el Camino de Santiago como itinerario vocacional, a quienes en este año santo y en otras ocasiones lo recorran.
En esto mismo insistió D. José Mª Santana, director de la Asociación Social y Cultural Porta do Camiño, que es quien ha producido la película, y que agradeció a quienes han facilitado que este mediometraje se haya podido llevar a cabo.
Terminó la presentación el Obispo de Mondoñedo-Lugo Mons. Manuel Sánchez Monge que animó a los presentes y a quienes recorran el camino de Santiago a plantearse el sentido vocacional de su existencia, como se ve reflejado en la película.
"El Camino de la vida" es un mediometraje destinado a remover las conciencias sobre el verdadero sentido del Camino de Santiago, un sentido profundo de búsqueda interior, de fortalecimiento de la fe y de aceptación de la llamada a la vocación.
"El Camino de la vida" narra la historia de un grupo de jóvenes que haciendo el Camino de Santiago encuentran en él algo que buscan.
El protagonista es Germán, un estudiante de Física en Santiago de Compostela que tiene veinte años, inteligente y "triunfador", que haciendo el Camino se encontrará con una propuesta que no se espera. A la altura de O Cebreiro conoce a un grupo de jóvenes acompañados de Don Enrique, un sacerdote joven, de buen humor, que va en silla de ruedas por un accidente de tráfico.
La relación con este grupo, y especialmente con don Enrique, mueve en Germán y lo enfrenta a las grandes preguntas que él ha intentado eludir durante todo el camino: que Dios le pide algo, algo especial. Germán tendrá que enfrentarse a la decisión de renunciar a una vida "que le va muy bien" para lanzarse a una vocación que le asusta.
Dentro del grupo está Gloria, una chica bastante guapa por la que Germán se siente atraído -aunque ella tiene novio desde hace años-. Gloria tiene sus propias dudas y se plantea su propio camino.
Al final el grupo de chicos y chicas cambia gracias al camino. Germán encuentra algo que estaba buscando, un objetivo en su vida: responde a la llamada para el sacerdocio. Gloria -guapa, atractiva, con un trabajo y novio formal- seguirá un camino paralelo y probará en un convento de clausura de Monjas Mercedarias.
El camino aparece como la ruta que siguen los caminantes y como metáfora visual del recorrido interior que tienen que seguir en su vida, para plantearse y encontrar un sentido mayor.
Se puede enlazar con la página web de la película en El Camino de la vida. En esa página se puede encontrar el modo de conseguir la película, aunque ya adelanto que va a distribuirlas comercialmente Edibesa.
Te animo a que la consigas y la veas, vale la pena y es muy sugerente. Un saludo.

martes, 16 de marzo de 2010

Joven rico

Acabo de leer el mensaje del Papa con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud que este año que se celebra en la diócesis, y que nos prepara para la siguiente Jornada que será en 2011 en Madrid.
Benedicto XVI toma como referencia la Carta a los Jóvenes de Juan Pablo II de 1985 –que sigue siendo actual- y que entonces nos hizo mucho bien, y a mi particularmente me sirvió para hablar de vocación y de seguimiento del Señor en aquel entonces cuando comenzaba a vivir mi sacerdocio. Esa carta tenía como tema de fondo la escena del joven rico.
El joven rico es como el prototipo del joven actual, de aquel que se hace preguntas y no sabe qué responder; que tiene miedo a cuestionarse muchas cosas de la vida porque desconoce las respuestas, o porque tiene miedo a lo que le digan.

Recuerdo que André Frossard cuenta en un de sus libros, que en un encuentro con universitarios en La Soborna en el difícil año 1968, al acabar una de sus clases se le acercó un grupo de aquellos alumnos y le dijeron.
- Profesor, tenemos una pregunta que hacerle: ¿por qué vivir?
Dice Frossard que se paró en seco y se dio cuenta de que tenía que responder algo que les dejara convencidos, pero claro y concreto. Entonces se le ocurrió la siguiente respuesta-pregunta:
- Habéis formulado mal la pregunta, realmente tendrías que preguntaros: ¿por quién vivir?
Parece ser que fue suficiente para apaciguarlos y dejarles pensando, porque efectivamente el sentido de nuestra existencia está más allá de nuestros pobres horizontes personales, de un egoísmo que sólo mire para dentro, y no sepa encontrar en Dios y en los demás el sentido de nuestra vida.
Precisamente el Papa anima a pensar a los jóvenes en el sentido de la existencia mirando “a lo alto”, es decir, trascendiendo y no quedándose en lo limitado de lo que alcanza nuestra mirada:
Preguntarse sobre el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, ya que orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, tan amado por el mismo Dios, a dedicarnos a su desarrollo, pero siempre con la libertad y la alegría que nacen de la fe y de esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar las realidades terrenas, sintiendo que Dios nos prepara una perspectiva más grande, y a repetir con san Agustín: “Deseemos juntos la patria celeste, suspiremos hacia la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo” (Comentario al Evangelio de san Juan, Homilía 35, 9). Teniendo fija la mirada en la vida eterna, el Beato Pier Giorgio Frassati, muerto en 1925 a la edad de 24 años, decía: “¡Quiero vivir y no vivaquear!”, y en la foto de una escalada, enviada a un amigo, escribía: “Hacia lo alto”, aludiendo a la perfección cristiana, pero también a la vida eterna.
Queridos jóvenes, os exhorto a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Ésta os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras elecciones y a dar calidad a vuestra existencia.”.
Verdaderamente estamos llamados a la eternidad, a mirar a lo alto, pero me pregunto ¿nos enteraremos en algún momento?
Un saludo.

martes, 9 de marzo de 2010

Camineo

Tengo una profunda admiración al Camino Neocatecumenal, (aunque no es el camino por el que el Señor me ha llmado).
Además, tengo la fortuna de que algunas de mis hermanas, sobrinos/as, etc., están caminando y me han enseñado mucho de lo que ellos viven.
He participado con frecuencia, como presbítero, en ceremonias del Camino con las comunidades a las que pertenecen mis hermanas, y te puedo asegurar que cada vez me han edificado más. Una de mis sobrinas vive en Estados Unidos con su marido e hijos (4), como familia evangelizadora.
Ahora tengo la suerte de comenzar a colaborar en una página web (camineo.info) que aunque no es del Camino Neocatecumenal, si que tiene bastante relación, y es para mi un honor y un reto. Te animo a que la enlaces de vez en cuando porque aporta muchas cosas, y puede ayudar en tu camino de santidad cristiana.
Un saludo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Cambios

Supongo que los que seguís el blog vais comprobando que en estos días he ido cambiando la plantilla, para conseguir alguna más atractiva..., voy a descansar ya y dejo la que acabo de "subir". Me parece bonita, teniendo en cuenta que blogger no ofrecen muchas que me gusten.
Pero me viene bien este comentario, para hablarte brevemente de algo que estos días estoy viviendo más detenidamente.
Estoy predicando una "tanda" de ejercicios espirituales a un grupo de sacerdotes, esto es como dar "miel al colmenero" (con decía San Josemaría Escrivá cuando tenía que predicar a sacerdotes). Te pido oraciones. Son muy majos y lo están haciendo muy bien. No se si el predicador está a la altura, lo dudo.
Hemos hablado de conversión, de cambiar de traje, de dar pasos de santidad..., es lo propio además de este tiempo de Cuaresma. La verdad es que en este país hay tantos temas de los que hablar, y por los que preocuparse: crisis económica, paro, desconfianza en los políticos (de un signo y de otro), crisis social, desgraciada ley del aborto recién aprobada, etc., etc., que hablar de conversión parece tontería, pero pienso que o empezamos por ahí, y cada uno de nosotros cambiamos, o no mejoramos el mundo en el que vivimos.
Además somos los sacerdotes quienes tenemos mucho que dar y aportar, no por nada, ni mucho menos por nuestros méritos, sino por la responsabilidad de ser iconos de Cristo en la tierra; así que si no somos mejores... Reza pos nosotros, que lo necesitamos.
Un saludo.

viernes, 26 de febrero de 2010

Curas y árbitros

Escuchaba esta mañana en la radio mientras iba a mi cole en el coche, una tertulia acerca de los árbitros: la polémica de lo malo que son los árbitros de todas las categorías, etc. La verdad es que no se porqué escuchaba esto, pues me hubiera ido mejor ir rezando el rosario u otras oraciones.
El caso es que uno de los tertuliantes dijo: "si mi hijo me dice que quiere ser árbitro, le doy una bofetada que le da cuatro vueltas la cabeza"; me ha hecho gracia, ya que era la manera de decir que es mejor no meterse a árbitro, por el riesgo que supone. Otro de los participantes a la tertulia en ese momento dijo: "hay tan pocas vocaciones a árbitros como a cura, las escuelas de árbitros están tan vacías como los seminarios".
Pensé que enorme tontería comparar la vocación a árbitro (si la hay) con la de sacerdote. Lo único que se parecen es que van de negro -y ahora lo árbitros ni eso-, y los curas vamos recuperando el negro.
Estos días he estado en un encuentro con sacerdotes, la mayoría jóvenes, y todos ellos se identificaban con signo externo. Han sido unos días gozosos, de dar muchas gracias a Dios.
Pero el tema que yo quería comentar no era ese, sino el de la vocación.
Se dice que no hay vocaciones a cura, que cada día hay menos y que es una "especie" que se extingue. Me parece una sandez. Es cierto que los números han bajado, pero de lo que estamos absolutamente seguros quienes tenemos fe es de que siempre habrá sacerdotes, y que en buena parte eso dependerá de que los que ya lo somos seamos fieles, buenos y santos.
Sólo os pido que nos ayudéis a que esto se así.
Un saludo.