jueves, 19 de febrero de 2009

16 años

Acabo de escuchar que en el proyecto de ampliación de la ley del aborto (interrupción del embarazo le llaman), una de las nuevas propuestas es que las chicas a los 16 años ya puedan decidir qué hacer con la nueva vida que llevan dentro.
No se si en este país nos hemos vuelto locos, o queriendo parecernos a Europa (afán de esnobismo), nos hayamos pasado ya "40 pueblos".

La mayoría de edad, según contempla nuestra "Muy ilustre Constitución" es a los 18 años. Es entonces cuando uno tiene derecho y, supongo, capacidad y conocimiento para votar, mayoría de edad para contraer matrimonio (o irse a vivir con el novio/a), poder firmar contratos, sacar el carnet de conducir, etc., etc.

Eso sí, para decidir sobre una vida de otra persona, ya con 16 años uno lo puede hacer porque ya tiene capacidad de dejar vivir o matar a un inocente, ¿lo entiende alguien? Yo no, me parece de tal tamaño esta aberración, que además de protestar o escribir algo -por esto lo hago-, lo único que se puedo hacer es rezar y pedir perdón a Dios por tal desvarío.

16 años, la adolescencia, la flor de vida. Pido para que esas "niñas", que con sus 16 años tengan que decidir sobre dejar vivir o matar a las criaturas que lleven en el seno, sean conscientes de lo que van a hacer, y paren esta locura que nos va a llevar a una sociedad sin recursos morales, y sin razones para la esperanza. Que Dios les perdone. Sólo me producen pena y compasión.

Un saludo.

viernes, 13 de febrero de 2009

Eluana Englaro

Me encontré con este testimonio sobre Eluana Englaro. Espero que te sirva.
Entre la barahúnda de pronunciamientos de estos días, me ha parecido especialmente valioso el testimonio de sor Albina Corti, directora de la clínica donde vivió, antes de ser llevada a la clínica de Udine donde la dejaron morir. Sor Albina no habla de ideas ni de derechos, sino de una persona. "Eluana no es un caso, es una persona viva", declaraba a la agencia ANSA el día después de que su padre se la llevase.
"Nos hemos quedado muy doloridas", confesaba, al no poder atender ya a Eluana, a la que consideraban "de nuestra familia". "No necesitaba nada, solo nuestro amor". Solo con la alimentación, la hidratación y los cuidados de las religiosas se ha mantenido en vida durante esos 14 años.
Unos piensan que eso no es vida. Pero, como quien la ha visto de cerca tantos años, sor Albina Corti quería transmitir a los médicos de la clínica de Udine su impresión: "Quisiera decirles que la acaricien, que observen su respiración, que escuchen los latidos de su corazón, son tres elementos que les llevarán a amarla". No tuvieron tiempo.
Las relaciones de las religiosas con el padre de Eluana han sido siempre de "respeto y cortesía" recíprocos. Pero el desenlace les ha dejado un mal sabor de boca. Varias veces las hermanas de la Misericordia le habían dicho: "si considera que su hija está muerta, déjenosla a nosotras".
Ellas se ocuparon de Eluana con la dedicación que se presta a alguien de la familia. "En Navidad la llevamos a la capilla para la Misa", recuerda sor Albina, sin pensar que pueden acusarla de "imponer" sus creencias. "La he saludado con un beso y le he dicho: no tengas miedo de lo que te sucederá. Estamos a tu lado. Y sobre todo está cerca de ti un Padre, que te acogerá en sus brazos y un día nos reencontraremos para compartir la alegría de estar juntas".
Su padre de la tierra tenía otra idea sobre lo que era mejor para su hija, y hay que comprender también su dolor y su dura carga de 17 años con una hija en estado vegetativo. Casos tan extremos y prolongados como éste nunca son fáciles ni nítidos. Pero lo que hace avanzar la civilización es el cuidado y el afecto que dispensan a los enfermos más débiles personas como las Hermanas de la Misericordia. Quizá porque les impulsa la misericordia, no solo los derechos.
Las instituciones sanitarias de la Iglesia católica proporcionan a muchos de estos pacientes el apoyo necesario para que vivan con dignidad y ánimo su enfermedad.
Los "liquidadores", que llegan al final para utilizar el caso como bandera del "derecho a la muerte digna", serían más creíbles si hicieran algo positivo por estos enfermos en vida.

No comento nada más. Que cada uno saque sus consecuencias.
Un saludo.

viernes, 6 de febrero de 2009

Tres millones

Ese es el dato que nos han dado (3.000.000) y subiendo del número de parados en nuestro país. Ayer me encontré con uno de esos parados, acababan de despedirle porque cerraban el negocio, no hay ventas. No sabe qué hacer, de momento engrosar las lista del INEM y cobrar el paro por unos meses, y ¿después? Dios dirá.
También pasé ayer por la puerta de la una de la iglesias de la ciudad, pues abrían la oficina de Caritas; había una larguísima cola de gente esperando para recibir algo de comer y para abrigarse, ¡impresionante y decepcionante!
¿Qué va a pasar? No lo se, pero pienso que en este país haremos crack en un momento dado, o quizás ya lo hemos hecho.
Lo que casi nadie se va a dar cuenta es que en estos momentos y ahora, quien sostiene a muchos de esos parados, o mejor a quienes están sin trabajo y sin cobrar un sueldo, son las instituciones de la Iglesia o afines: Caritas, Banco de alimentos, parroquias, comedores de caridad, etc., etc.
Lo digo porque realmente la labor que la Iglesia ha hecho siempre, y sigue haciendo en estos campos de la caridad, de la enseñanza, etc., es impresionante aunque no lo reconozcan.
¿Dónde se guardó y se cultivó la cultura durante la Edad Media? en los monasterios; ¿quién comenzó los hospitales y obras de caridad en la ciudades y el campo? la Iglesia; ¿quién defendió a los necesitados siempre y en especial en el siglo XIX? las ordenes religiosas; ¿quién profundizó en la enseñanza y en la pedagogía? las Ordenes dedicadas a la enseñanza; ¿quién comenzó las Cajas de Ahorro y Montes de Piedad? las instituciones religiosas. Podría seguir, y hay un largo etcétera olvidado que valdría la pena alguna vez desenterrar, porque lo único que se publica son los pecados de los eclesiásticos, los escándalos de los curas y monjas, etc., y por supuesto los crímenes de la Inquisición (lo de siempre): argumentos trasnochados, lugares comunes que ya cansan, y que se dan por supuesto sin más, y es que es bien sencillo echar porquería y silenciar todo el bien que se ha ha hecho y se sigue haciendo. Pero ya se sabe: "el ruido no hace bien, y el bien no hace ruido".
Un saludo