viernes, 26 de febrero de 2010

Curas y árbitros

Escuchaba esta mañana en la radio mientras iba a mi cole en el coche, una tertulia acerca de los árbitros: la polémica de lo malo que son los árbitros de todas las categorías, etc. La verdad es que no se porqué escuchaba esto, pues me hubiera ido mejor ir rezando el rosario u otras oraciones.
El caso es que uno de los tertuliantes dijo: "si mi hijo me dice que quiere ser árbitro, le doy una bofetada que le da cuatro vueltas la cabeza"; me ha hecho gracia, ya que era la manera de decir que es mejor no meterse a árbitro, por el riesgo que supone. Otro de los participantes a la tertulia en ese momento dijo: "hay tan pocas vocaciones a árbitros como a cura, las escuelas de árbitros están tan vacías como los seminarios".
Pensé que enorme tontería comparar la vocación a árbitro (si la hay) con la de sacerdote. Lo único que se parecen es que van de negro -y ahora lo árbitros ni eso-, y los curas vamos recuperando el negro.
Estos días he estado en un encuentro con sacerdotes, la mayoría jóvenes, y todos ellos se identificaban con signo externo. Han sido unos días gozosos, de dar muchas gracias a Dios.
Pero el tema que yo quería comentar no era ese, sino el de la vocación.
Se dice que no hay vocaciones a cura, que cada día hay menos y que es una "especie" que se extingue. Me parece una sandez. Es cierto que los números han bajado, pero de lo que estamos absolutamente seguros quienes tenemos fe es de que siempre habrá sacerdotes, y que en buena parte eso dependerá de que los que ya lo somos seamos fieles, buenos y santos.
Sólo os pido que nos ayudéis a que esto se así.
Un saludo.

sábado, 20 de febrero de 2010

Un milagro

Hace unas horas me han llamado para comunicarme que mi buena amiga enferma de ELA está peor. Me han pedido oraciones por ella. No sabemos -sólo Dios lo sabe- cuánto tiempo resistirá.
He podido estar con ella hace unos días, y os aseguro que me emocioné de nuevo. Ya casi no hablaba, y lo poco que podía decir no se le entendía, de hecho nos comunicamos escribiendo yo algunas cosas, porque ella no puede escribir. Recibió la Comunión, rezamos juntos, rogamos al Señor su curación, y procuré llenarla de paz, aunque como sabes, la paz la da Dios, nosotros somo unos pobres instrumentos que procuramos trasmitirla.
Sólo os pido que en estos días recéis por ella, pero fuerte. Si el Señor quiere el milagro, que lo haga, pero sino diremos con seguridad, hágase tu voluntad. Pero me quedo con su vida y su ejemplo, que para mi es el verdadero milagro.
En estos meses de trato, sólo he recibido de ella cariño, y un sonrisa (es lo único que podía hacer). Me basta con eso, pues es la forma que ella tenía de decir, GRACIAS.


Un saludo, y por favor, pide por ella.