Estos días estoy dando unos ejercicios espirituales en una casa al lado del mar junto a la ría de Arosa. Todo invita al silencio y a la paz. Esta mañana he podido dar un grato paseo por la playa aunque el día no acompañaba, y hasta me he dado el último baño del año en el mar. Un gozo.Sirven estos días para reflexionar, para pararse y volver a pensar sobre los fundamentos.
Bien es verdad que estamos rodeados de ruidos y de todo tipo de información que no nos facilita escuchar el silencio. Recuerdo con gratitud aquella larga película (El gran silencio) de la vida de la Gran Cartuja (dura 3 horas) donde no pasa nada y pasan muchas cosas. Los monjes nos enseñan a vivir en el silencio y a escuchar el silencio.
Te animo a que hagas la prueba, a que dediques unos días a escuchar el silencio en un retiro, verás cómo en el silencio comienzas a escuchar una voz que quizás tengas olvidada, la voz de Dios, porque es ahí donde El habla.
Un saludo.

