domingo, 1 de noviembre de 2009

El acordeón

Con frecuencia, debajo de la ventana donde paso bastantes tardes, se sienta a pedir un buen hombre con su mujer que nos ameniza a toda la calle con su acordeón.
No sé con certeza si los viandantes le dejarán o no algo de su "calderilla", pero sí que puedo asegurar que mi buen amigo del acordeón, nos alegra las tardes con sus melodías "de ahora y de siempre", pero hermosas. Puedo escuchar cada tarde música clásica, rock, y de vez en cuando boleros, sevillanas, música ligera, y sobre todo, pasodobles.
Realmente vale la pena escucharle, pues lo hace bien, incluso amortigua el ruido de los coches y de las obras cercanas, pues la ciudad -como tantas otras- está llena de zanjas.
La verdad es que es estupendo que haya personas que saben hacer la vida agradable a los demás, aunque sea por una cuestión de supervivencia y poder comer. Pero es muy bueno convivir a quienes se han propuesto reír y hacer reír, sonreír y hacer disfrutar a los demás, etc.
Se agradece mucho -muchísimo diría- tener al lado caras sonrientes, personas que no se quejan por todo, y que saben esconder sus pequeños o grandes problemas, y no hacer participes a los demás de sus amarguras.
Ojalá seamos tu y yo de esas personas, y sepamos "disimular" nuestras caras serias y nuestros "grandes problemas", para hacer felices a los demás. Como decía un buen sacerdote recientemente fallecido: "Siempre alegres, para hacer felices a los demás".
Un saludo.

No hay comentarios: