Optimismo

Al ver estos días las imágenes de la JMJ de Río me he llenado de un estusiasmo y un optimismo intenso.
No pude estar en Río (pero tengo la experiencia de un montón de JMJ a las que asistí), y he querido imaginarme el ambiente de esos días allí.
Tengo que decir que he tenido un corresponsal fabuloso que me ha ido mandando día a día, noticias y fotos por medio de WhatsApp. Se lo agradezco vivamente.
Estoy seguro -basta ver las caras y oir la impresiones-, de que el ambiente de alegria y optimismo era desbordante. No entiendo
una juventud triste (como decía San Josemaría un santo triste es un triste santo), ni a una juventud "envejecidamente vieja" por la espiral del hedonismo, las drogas, el sexo, la pereza, la tristeza..., me cuesta entender esto.
En Río se ha visto uan juventud alegre, optimista, entusiasmada, apasionada por Jesús, que sabe que tiene que hacer la experiencia de la Cruz para llegar a esa alegria.
Esa es la cara que debemos mostrar. Después de Río tenemos que llevar a los demás la alegría de tener a Jesús, el optimismo de la entrega sin condiciones, el amor sonriente (y hasta divertido) de tener la Cruz de Cristo.

No hay que entenderlo

Estamos viviendo horas trágicas en Galicia. Acabo de enterarme que entre los fallecido había un sacerdote de Colmenar Viejo, y los padres de una única hija con síndrome de down, y unos novios, y un matrimono que iban a la boda de una de sus hermanas, y una estudiante de Erasmus, etc., etc.
La pregunta es siempre la misma ¿porqué?
Hoy he estado y dirigido una Vigilia comunitaria de oración en la parroquia de Fátima (A Coruña) para rezar por los fallecidos, los accidentados y sus familias. Gente joven y familias, muchas personas. Avisaron por twitter, facebook y WhatsApp, no dió tiempo a más. La gente ha respondido muy bien.
Rezamos y rezamos. Yo, personalmente, le he preguntado al Señor, Creador y Omnipotente, ¿porqué? y me he quedado adorándole (me vino a la memoria la noche con lluvia y tormenta de la JMJ2011 en Cuatro Vientos), y enseguida me he dado cuenta -¡qué ignorante soy!- que la respuesta estaba ahí delante:
Sí Tú, Creador y Omnipotente, Señor de la Vida, Misericordioso, Infinitamente bueno, te has quedado en un poco de PAN por obediencia a Dios Padre, y por Amor a cada uno de nosotros, pobres hombres, ¿cómo no voy a aceptar tu Voluntad aunque no la entienda?
No hay que enterderlo, sólo aceptarlo. El sabe más.