sábado, 29 de noviembre de 2008

Verdadera valentía

Ayer recibí este testimonio que te copio íntegro de una persona a la que conozco mucho y quiero más. Ha sido una valiente..., pero lo verdaderamente heroico es que lo ha llevado con tal naturalidad que ha sabido ver en todo momento la mano de Dios, y un verdadero regalo en la criatura que Dios le daba, y El mismo se la quitaba. Y es que lo hijos no son un derecho, sino que son un regalo de Dios, a El pertenecen, y con frecuencia Dios los pide. Aquí te lo dejo:

"Soy una de esas mujeres a las que su ginecólogo comunica la malformación del hijo que espera con ilusión. Sólo las que hemos pasado por esto sabemos lo duro que resulta escuchar que tu hija padece una lesión cerebral y que morirá nada más nacer o incluso antes. Mi marido y yo le pusimos el nombre de María y seguimos adelante para vivir con ella lo que su propia naturaleza permitiese. Fue un embarazo difícil y emocionalmente muy intenso, ya que éramos muy conscientes de que el mayor tiempo con ella sería el que estuviese dentro de mí. Nuestra hija nació rodeada de cariño y vivió, sin sufrir, apenas 2 horas en mis brazos y los de su padre. Aunque fue triste y muy duro, vivimos esa dolorosa separación con la serenidad y el orgullo de haberle dado todo nuestro amor, como a cualquier otro hijo. Han pasado ya ocho meses y hemos aprendido a vivir sin ella, pero su entrañable recuerdo nos consuela y nos acompañará siempre.

Ante el diagnóstico de una malformación en el hijo.
Comprendo vuestro difícil momento: acaban de comunicaros la malformación del hijo que esperáis. Se os viene el mundo encima. ¡Tantas ilusiones truncadas en un segundo! Nosotros sabemos lo que se siente porque acabamos de pasar por ello. El ginecólogo os habrá explicado que en este caso el aborto está permitido hasta las 22 semanas de gestación. Quizá dudáis. Puede que algunos familiares, amigos o compañeros de trabajo os den sus consejos. Yo no quiero dar consejos. Sólo quiero contaros nuestra experiencia.
Hace un año una ecografía rutinaria revelaba que nuestra hija María tenía una lesión cerebral incompatible con la vida. Nos resulta difícil describir como nos sentimos en ese instante. Mi marido y yo le pusimos el nombre de María y seguimos adelante para vivir con ella lo que su propia naturaleza permitiese. Éramos muy conscientes de que el mayor tiempo que iba a pasar con ella sería el que estuviese dentro de mí. No puedo negar que para mi fue un embarazo difícil y emocionalmente muy intenso: noches sin dormir, lloros que no puedes controlar y, sobre todo, la incertidumbre de qué pasará: ¿llegará a nacer?, ¿cómo será?, ¿vivirá segundos, minutos, quizás horas?... Saboreé cada patada y cada momento que pasamos juntas, le conté cosas de su padre y sus hermanos, de su familia, le canté y hasta le leí cuentos antes de dormir.

Nuestra hija nació a los ocho meses de gestación, pesó 2.300 y vivió apenas dos horas en mis brazos y los de su padre. Se fue rodeada de todos sus seres queridos, con la ropa que con tanto amor, puntada tras puntada, lágrima tras lágrima, le habían tejido sus abuelas.

Al recordarlo os aseguro que fueron dos de las horas más felices e intensas de nuestra vida. A pesar de la tristeza de perder a un ser tan querido y deseado, nos ha merecido la pena vivirlas. Ahora hemos aprendido a vivir si ella, pero su entrañable recuerdo nos consuela y nos acompañará siempre.

Porque sé que es duro, comprendo a quienes optan por el aborto. Como no elegí esa opción, no puedo contar lo que se siente en esas circunstancias. Luis y yo optamos por querer a María como a cualquiera de nuestros hijos. Aunque fue triste, vivimos esa dolorosa separación con serenidad y conciencia de haberle dado amor hasta su último aliento."
Unos meses antes también comentó:
"No hemos permitido que ningún facultativo nos plantease la opción del aborto terapéutico tan recomendado para estos casos. María es y será tan hija nuestra como las demás e intentamos saborear cada momento de los que estamos pasando con ella.
Varias personas nos han dicho personalmente que hemos tomado una decisión heroica pero a mi me gusta responderles que no; en una decisión hay varias opciones y hay una duda y nosotros no nos hemos planteado en ningún momento ninguna otra posibilidad para María sino que nos acompañe hasta su ocaso natural y aunque somos personas de fe y esto nos está ayudando mucho, creo que no es sólo una cuestión de fe sino de AMOR con mayúsculas a la criatura que hemos engendrado."
Me parece que no necesita comentario. Leelo en silencio y saca tus consecuencias.
Un saludo

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Lo relativo y lo bello

Hace ya bastantes años, tuve una larga conversación con un buen amigo mio sacerdote, bastante mayor que yo. Me encantaba hablar con él, porque era como escuchar la voz de la experiencia, un hermano mayor que te enseñaba sin ofender, desde la más profunda humildad.
Había pasado un año combatiendo el cáncer con un tratamiento de quimio bastante agresivo; quedó totalmente hecho añicos, pero contento, pues parecía que salía de aquello. Finalmente se le reprodujo unos meses más tarde, y se nos fue al cielo.
Recuerdo con frecuencia y emoción aquella conversación, especialmente porque me dijo:
"Mira, Javier, después de un año de idas y venidas, de momentos de esperanza y de pasar miedo, mucho miedo, he aprendido a relativizar todas las cosas. Me he dado cuenta de que en esta vida hay pocas cosas importantes, y pocas cosas que ciertamente nos puedan quitar la paz. He aprendido-era y es sacerdote en el cielo- que lo importante es lo que Dios hace en nosotros, lo que nos ama, y lo que espera de nosotros. Por ello, he llegado a la conclusión de que vida vale lo que yo sepa amarle a El."
En ese momento me quedé conmovido y parado, porque había dado en el calvo de la cuestión.
Seguro que a mi amiga enferma de ELA le ayuda este comentario.
Pero hay más.
Hoy he asistido en el cole donde trabajo a una charla deliciosa sobre la belleza y cómo, saber contemplarla es importante en nuestra formación, y en la de los alumnos. ¿Sabéis quien es la Belleza Suma? No hace falta que lo diga..., es evidente.
Pues pienso que la belleza de cada persona se encuentra principalmente en que sea capaz de reflejar la belleza de Dios. Mi amigo sacerdote me lo enseñó con su cuerpo consumido y su alma muy cerca de Lo importante. Era de esos que enseñaban sin imponer, enseñaban con la belleza de vida.
Un saludo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Felicidades

Me acabo de dar cuenta que este blog lleva abierto ya dos años. El pasado día 12 de este mes se cumplieron los dos años con más o menos éxito.
Gracias a todos los que estáis colaborando con vuestros impresionantes comentarios.
Me he permitido cambiar la plantilla del blog.
Agradeceré comentarios de si os gusta más o menos que la anterior. Perdonad que haya perdido los enlaces, es que soy novato. En unos días los vuelvo a poner.
Un saludo

viernes, 14 de noviembre de 2008

Por segunda vez

Ayer volví a estar con mi enferma de ELA. Por segunda vez me impresioné, en especial cuando se puso a llorar, y me dijo entrecortada y casi sin entenderla: "¿por favor, me puedes quitar las gafas, y limpiar las lágrimas?
Lo hice con mucho gusto porque ella no puede ni siquiera hacer eso.
Me ayuda para pensar si verdaderamente nos damos cuenta cuándo somos útiles. Ella sabe muy bien que es útil, simplemente porque puede sonreír, y puede amar (para eso no hace falta ni hablar).
Lo que nos pasa a nosotros es que ponemos la utilidad en hacer, hacer, hacer..., en no parar, en tener una eficacia arrolladora, etc.
Viéndola a ella me confirmo que la eficacia no es eso, sino algo que con frecuencia se nos escapa, y que tiene mayor trascendencia. No nos damos cuenta porque sólo nos importa lo que tengo delante, lo que puedo tocar, lo que me apetece o lo que me interesa. Te aseguro que la eficacia de mi amiga es impresionante, puedo testificarlo porque a mí, personalmente, me está haciendo mucho bien.
Un saludo.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Lo inexorable

Hace unos días con motivo del mes de noviembre, leí este comentario de una famosa periodista española, ahora muy comentada por su libro sobre la Reina. Me gustó el pensamiento, y lo aporto porque puede darnos que pensar.
"¿Qué es lo que da temple a un cristiano? ¿Qué es lo que enrecia su encarnadura para soportar las tallas, las muescas y los trallazos del vivir? ¿Qué es lo que, a fin de cuentas, le distingue de los demás hombres? Sin ninguna duda: la esperanza.
Un cristiano es un hombre fiado a su esperanza. Todos los auténticos bienes -los bienes sin código de barras ni fecha de caducidad- los tiene al otro lado de la vida. Y hacia allá se encamina. En definitiva, pues, un cristiano es un hombre que acude a una cita. Y su vivir es un «vivir preparándose» para esa estación terminal.
Pero importa decir que la esperanza del cristiano no es una nostalgia de paraísos perdidos. Es una certidumbre de cielos apalabrados que, de no ser reales, dejarían a Dios por embustero. Y contra esa certeza -más firme que una muralla de diamante- se estrellan los acobardamientos, las angustias, los miedos.
Epicuro intenta burlar ese miedo a la muerte con un capcioso juego de palabras: «Mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando existe la muerte, no existo yo.»
Kant, para vencer el terror de imaginarse «metido en el tenebroso sepulcro» se reclina en la idea de que el cadáver ya no es «él». A partir de ahí, carece de sentido cualquier pensamiento referido a alguien que «ya no es».
Y Sartre prefiere fijarse en la fealdad de los cementerios, o en la vida del muerto como un álbum de recuerdos para los vivos: «Estar muerto es ser presa de los vivos.» Y también: «Una vida muerta es una vida de la que se hace custodio el Otro.»
Frente a Epicuro, o Kant, o Sartre, el más ignorante y pobre y desvalido de los cristianos puede pisar fuerte, con la gallardía de quien tiene una respuesta imbatible para el gran enigma, para el gran «agujero negro» sin retorno. Una respuesta para el gran misterio de la muerte. Ésta: la muerte no es algo que ocurre, es alguien que llega.
Todos, cada cual a su tiempo, seremos o habremos sido ese «alguien que llega». Alguien que llega a la cita. Alguien que, por fin, llega a ponerse bajo la custodia del Otro... del Dios totalmente Otro... Del Dios que avala su «promesa de una futura inmortalidad». Del Dios que garantiza la «esperanza de una feliz resurrección». De ahí, el más audaz y magnífico de los desafíos cristianos: atreverse no sólo a creer en la inmortalidad de las almas, sino a esperar en la resurrección de los cuerpos. Con facilidad se olvida que la opera magna del cristianismo no es un crucificado vencido, sino un resucitado vencedor."

Me quedo con esto último, que llena de esperanza: la opera magna es un Resucitado Vencedor.
Un saludo