"Soy una de esas mujeres a las que su ginecólogo comunica la malformación del hijo que espera con ilusión. Sólo las que hemos pasado por esto sabemos lo duro que resulta escuchar que tu hija padece una lesión cerebral y que morirá nada más nacer o incluso antes. Mi marido y yo le pusimos el nombre de María y seguimos adelante para vivir con ella lo que su propia naturaleza permitiese. Fue un embarazo difícil y emocionalmente muy intenso, ya que éramos muy conscientes de que el mayor tiempo con ella sería el que estuviese dentro de mí. Nuestra hija nació rodeada de cariño y vivió, sin sufrir, apenas 2 horas en mis brazos y los de su padre. Aunque fue triste y muy duro, vivimos esa dolorosa separación con la serenidad y el orgullo de haberle dado todo nuestro amor, como a cualquier otro hijo. Han pasado ya ocho meses y hemos aprendido a vivir sin ella, pero su entrañable recuerdo nos consuela y nos acompañará siempre.
Ante el diagnóstico de una malformación en el hijo.
Comprendo vuestro difícil momento: acaban de comunicaros la malformación del hijo que esperáis. Se os viene el mundo encima. ¡Tantas ilusiones truncadas en un segundo! Nosotros sabemos lo que se siente porque acabamos de pasar por ello. El ginecólogo os habrá explicado que en este caso el aborto está permitido hasta las 22 semanas de gestación. Quizá dudáis. Puede que algunos familiares, amigos o compañeros de trabajo os den sus consejos. Yo no quiero dar consejos. Sólo quiero contaros nuestra experiencia.
Hace un año una ecografía rutinaria revelaba que nuestra hija María tenía una lesión cerebral incompatible con la vida. Nos resulta difícil describir como nos sentimos en ese instante. Mi marido y yo le pusimos el nombre de María y seguimos adelante para vivir con ella lo que su propia naturaleza permitiese. Éramos muy conscientes de que el mayor tiempo que iba a pasar con ella sería el que estuviese dentro de mí. No puedo negar que para mi fue un embarazo difícil y emocionalmente muy intenso: noches sin dormir, lloros que no puedes controlar y, sobre todo, la incertidumbre de qué pasará: ¿llegará a nacer?, ¿cómo será?, ¿vivirá segundos, minutos, quizás horas?... Saboreé cada patada y cada momento que pasamos juntas, le conté cosas de su padre y sus hermanos, de su familia, le canté y hasta le leí cuentos antes de dormir.
Nuestra hija nació a los ocho meses de gestación, pesó 2.300 y vivió apenas dos horas en mis brazos y los de su padre. Se fue rodeada de todos sus seres queridos, con la ropa que con tanto amor, puntada tras puntada, lágrima tras lágrima, le habían tejido sus abuelas.
Al recordarlo os aseguro que fueron dos de las horas más felices e intensas de nuestra vida. A pesar de la tristeza de perder a un ser tan querido y deseado, nos ha merecido la pena vivirlas. Ahora hemos aprendido a vivir si ella, pero su entrañable recuerdo nos consuela y nos acompañará siempre.
Porque sé que es duro, comprendo a quienes optan por el aborto. Como no elegí esa opción, no puedo contar lo que se siente en esas circunstancias. Luis y yo optamos por querer a María como a cualquiera de nuestros hijos. Aunque fue triste, vivimos esa dolorosa separación con serenidad y conciencia de haberle dado amor hasta su último aliento."
Comprendo vuestro difícil momento: acaban de comunicaros la malformación del hijo que esperáis. Se os viene el mundo encima. ¡Tantas ilusiones truncadas en un segundo! Nosotros sabemos lo que se siente porque acabamos de pasar por ello. El ginecólogo os habrá explicado que en este caso el aborto está permitido hasta las 22 semanas de gestación. Quizá dudáis. Puede que algunos familiares, amigos o compañeros de trabajo os den sus consejos. Yo no quiero dar consejos. Sólo quiero contaros nuestra experiencia.
Hace un año una ecografía rutinaria revelaba que nuestra hija María tenía una lesión cerebral incompatible con la vida. Nos resulta difícil describir como nos sentimos en ese instante. Mi marido y yo le pusimos el nombre de María y seguimos adelante para vivir con ella lo que su propia naturaleza permitiese. Éramos muy conscientes de que el mayor tiempo que iba a pasar con ella sería el que estuviese dentro de mí. No puedo negar que para mi fue un embarazo difícil y emocionalmente muy intenso: noches sin dormir, lloros que no puedes controlar y, sobre todo, la incertidumbre de qué pasará: ¿llegará a nacer?, ¿cómo será?, ¿vivirá segundos, minutos, quizás horas?... Saboreé cada patada y cada momento que pasamos juntas, le conté cosas de su padre y sus hermanos, de su familia, le canté y hasta le leí cuentos antes de dormir.
Nuestra hija nació a los ocho meses de gestación, pesó 2.300 y vivió apenas dos horas en mis brazos y los de su padre. Se fue rodeada de todos sus seres queridos, con la ropa que con tanto amor, puntada tras puntada, lágrima tras lágrima, le habían tejido sus abuelas.
Al recordarlo os aseguro que fueron dos de las horas más felices e intensas de nuestra vida. A pesar de la tristeza de perder a un ser tan querido y deseado, nos ha merecido la pena vivirlas. Ahora hemos aprendido a vivir si ella, pero su entrañable recuerdo nos consuela y nos acompañará siempre.
Porque sé que es duro, comprendo a quienes optan por el aborto. Como no elegí esa opción, no puedo contar lo que se siente en esas circunstancias. Luis y yo optamos por querer a María como a cualquiera de nuestros hijos. Aunque fue triste, vivimos esa dolorosa separación con serenidad y conciencia de haberle dado amor hasta su último aliento."
Unos meses antes también comentó:
"No hemos permitido que ningún facultativo nos plantease la opción del aborto terapéutico tan recomendado para estos casos. María es y será tan hija nuestra como las demás e intentamos saborear cada momento de los que estamos pasando con ella.
Varias personas nos han dicho personalmente que hemos tomado una decisión heroica pero a mi me gusta responderles que no; en una decisión hay varias opciones y hay una duda y nosotros no nos hemos planteado en ningún momento ninguna otra posibilidad para María sino que nos acompañe hasta su ocaso natural y aunque somos personas de fe y esto nos está ayudando mucho, creo que no es sólo una cuestión de fe sino de AMOR con mayúsculas a la criatura que hemos engendrado."
Varias personas nos han dicho personalmente que hemos tomado una decisión heroica pero a mi me gusta responderles que no; en una decisión hay varias opciones y hay una duda y nosotros no nos hemos planteado en ningún momento ninguna otra posibilidad para María sino que nos acompañe hasta su ocaso natural y aunque somos personas de fe y esto nos está ayudando mucho, creo que no es sólo una cuestión de fe sino de AMOR con mayúsculas a la criatura que hemos engendrado."
Me parece que no necesita comentario. Leelo en silencio y saca tus consecuencias.
Un saludo